Japón desafía al vacío
No es el bochorno que hace de Tokio una ciudad inhóspita en julio lo que intimida a los atletas olímpicos, sino el aislamiento de una cita deportiva que hoy arranca sin público, envasada al vacío y rodeada de una burbuja sanitaria que los protege del Covid, pero que los expone al vértigo que provoca el silencio. La ceremonia inaugural de este mediodía, concebida como un alarde tecnológico, no podrá contar con el concurso de los espectadores, habituales colaboradores de unos montajes escénicos que desde hace décadas se desarrollan en el césped y en la grada. Algo inventará Japón para llenarlas.