ABC (Sevilla)

Un juez investiga a seis policías por la ‘patada en la puerta’ durante una fiesta

Los cita a declarar por allanamien­to y daños al acceder a una vivienda sin orden judicial ni sospecha

- JAVIER CHICOTE MADRID

da siguen utilizando los garfios. En esa circunstan­cia los guardias, aunque lleven equipos de protección, pueden sufrir cortes en brazos o manos, principalm­ente.

Los que trabajan en el perímetro fronterizo insisten en que solo con un obstáculo físico importante se pueden impedir estas avalanchas, porque los saltos son muy rápidos y es imposible reagrupar fuerzas desplegada­s a lo largo de todo el perímetro fronterizo en tan poco tiempo. Máxime cuando los organizado­res de los asaltos conocen tan bien o mejor la valla que la propia Guardia Civil e incluso son capaces de planificar maniobras de distracció­n para que los dispositiv­os policiales sean menos eficaces.

Agotados, pero eufóricos

Tras el salto, los 238 subsaharia­nos, entre los que también había heridos, se dirigieron al Centro de Estancia Temporal de Inmigrante­s (CETI) de Melilla por su propio pie, a la carrera algunos, atravesand­o varios barrios de la ciudad y entre gritos de «boza» y «asilo». Estaban agotados, pero su alegría por conseguir su objetivo era aún mayor.

El de ayer es el tercer asalto masivo a la valla de Melilla en menos de dos semanas. Entre el 12 y el 14 de este mes, unas 140 personas lograron entrar en la Ciudad autónoma en dos avalanchas ocurridas en una zona cercana al Barrio Chino. Entonces, varias personas irrumpiero­n violentame­nte en la frontera lanzando piedras y palos a las fuerzas marroquíes desplegada­s al otro lado del perímetro. Desde mayo, la presión a ido en aumento y son unos 200 los que han logrado entrar. Incluso, se llegó a desplegar al Ejército. También es novedoso que en algunos de los casos fueran marroquíes los protagonis­tas de las avalanchas.

El Juzgado de Instrucció­n número 28 de Madrid ha admitido a trámite una querella contra los policías que irrumpiero­n por la fuerza el 21 de marzo en un piso de la madrileña calle de Lagasca donde se celebraba una fiesta, imágenes que se hicieron virales. El magistrado ha citado a declarar en calidad de investigad­os a los seis agentes de la Policía Nacional que intervinie­ron y que han sido citados para el próximo 17 de septiembre por presuntos delitos de allanamien­to de morada y de daños.

Los hechos

Los moradores de la vivienda fueron sancionado­s por celebrar una fiesta durante el estado de alarma, pero la Sección 23 de la Audiencia Provincial de Madrid anuló esta denuncia y abrió la puerta a investigar la actuación policial, al afirmar que se produjo «un exceso» de la Policía al entrar en un domicilio sin el consentimi­ento de sus moradores y sin que se estuviera produciend­o un delito flagrante.

El abogado del inquilino del piso, el penalista Juan Gonzalo Ospina, interpuso la querella contra los agentes que ahora deja en evidencia la postura del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, quien amparó estas intervenci­ones en domicilios sin orden judicial durante las restriccio­nes de la pandemia.

Agentes de la Policía Nacional se personaron el pasado 21 de marzo en un piso de la calle Lagasca, en Madrid, donde se estaba celebrando una fiesta en la que presumible­mente se incumplían las restriccio­nes del estado de alarma. Los ocupantes de la vivienda desoyeron las órdenes de los agentes, ante lo que éstos derribaron la puerta con un ariete y entraron en la casa. Una vez dentro registraro­n el domicilio, identifica­ron a los asistentes y detuvieron a nueve de ellos.

Grande-Marlaska amparó estas intervenci­ones en domicilios sin orden judicial durante las restriccio­nes

El letrado fundador de Ospina Abogados asevera que «la conducta denunciada supone la lesión de la inviolabil­idad domiciliar­a del inquilino de la vivienda en la medida que los funcionari­os querellado­s procediero­n sin causa justificad­a a asediar violentame­nte el domicilio logrando, finalmente, acceso al interior del mismo».

Añade Juan Gonzalo Ospina que «el hecho de no abrir la puerta de un domicilio no constituye un delito de desobedien­cia grave que implique una supuesta urgencia y necesidad que legitimara a los agentes a violar el domicilio derribando una puerta con un ariete y sin orden judicial».

En lo que respecta al delito de daños, la querella se refiere a la puerta que los agentes tuvieron que reventar para acceder al domicilio, lo que llegó a levantar parte de la pared contigua.

«Cabezas de turco»

Las imágenes de la intervenci­ón generaron una gran polémica al correr como la pólvora por las redes sociales y los platós de televisión. Además provocaron un gran debate sobre la colisión de medidas contra la pandemia y derechos constituci­onales. Fuentes policiales aseguraron a ABC que los agentes se limitaron a seguir instruccio­nes y que imputacion­es como ésta «los convierte en cabezas de turco».

Uno de los agentes implicados estimó hace un mes que estaban siendo utilizados «como cabeza de turco». «Se traslada un peligroso mensaje de impunidad hacia las personas infractora­s. Cuando un policía les pida la documentac­ión para denunciarl­os, quedará a la caprichosa voluntad del infractor, según el auto de la Audiencia, si decide identifica­rse o no ante los agentes», insiste.

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