La pela es la pela
produzca ningún tipo de reunión entre las dos administraciones a ninguno de sus niveles. Nuestro infame presidente ha ido de gira turística para promocionarse personalmente y prepararse su futuro una vez que los españoles lo larguen de La Moncloa. Nos cuentan la milonga de que es un viaje en clave económica en el que se ha reunido con importantes grupos de inversores, pero lo cierto es que, a fecha de hoy, no ha conseguido cerrar ningún acuerdo concreto. Eso sí, en propaganda es un auténtico ‘monstruo’, pues su desastrosa gira ya la cataloga él como de «muy exitosa». Mientras él animaba a invertir en España y prometía dar facilidades de todo tipo, recibían allí la noticia de que la vicepresidenta segunda de su Gobierno, la comunista Yolanda Díaz, asustaba a las empresas declarando que se van a subir los impuestos. Todo un despropósito. Estos socialistas no se enteran de que sin estabilidad política, sin seguridad jurídica y con los comunistas en el poder, aquí no invertirá casi nadie.
La piedra en el camino, como decía el exministro Ábalos, cuesta 5,4 millones. Es el dinero de todos los catalanes —y españoles— que una treintena de presidentes, consejeros y altos cargos de la Generalitat malversaron, a ojos del Tribunal de Cuentas, para alimentar la ficción independentista. Esa cantidad es la que se ha podido acreditar, aunque sea solo la punta del iceberg. A la mente se vienen de inmediato las embajadas como la que ocupaba la hermana de Guardiola o los institutos empeñados en demostrar la catalanidad de personajes como Colón, Cervantes o o
Beethoven. Ocurrencias que han detraído recursos imprescindibles en sanidad, educación o atención a las pequeñas y medianas empresas. La ficción saltó por los aires con los juicios que acabaron con la cúpula independentista en la cárcel. Los indultos aliviaron la pena de los Junqueras, Rull, Turull y compañía, pero el perdón de Sánchez no tiene competencias sobre el pufo acumulado. Y ahora toca pagar por años de desmanes contables. Llegados a este punto, se ve la verdadera raíz del tópico que más define a los catalanes: la pela es la pela.
En teoría faltan dos años para las elecciones generales y eso en la política española es una eternidad. Deberíamos estar en un tiempo de calma, sin tensiones ni luchas electorales, pero coges el periódico cualquier mañana y encuentras que seguimos en campaña, que nunca hemos dejado de estar en campaña. Pablo Casado ya se ve como ganador de los futuros comicios, y a otros líderes, empezando por quienes gobiernan, les ocurre lo mismo. Se pulsa la repercusión electoral de cada acontecimiento. Los políticos dicen que no leen o no creen las encuestas, pero parecen sus esclavos.