ABC (Sevilla)

Puig, con sus ayudas en entredicho, pide más fondos con un impuesto para Madrid

La Sindicatur­a de Cuentas recrimina a la Generalita­t el reparto de subvencion­es a dedo sin justificar

- A. CAPARRÓS VALENCIA

El presidente de la Generalita­t Valenciana, Ximo Puig, ha puesto en pie de guerra a los empresario­s madrileños al plantear un impuesto específico para las rentas altas en la capital de España con el objetivo de que reparta con el resto de autonomías su «plus de riqueza». La patronal cree que la propuesta del dirigente socialista, basada en la conocida como «tasa Collier» y dirigida a gravar a los «ricos de la metrópoli», pretende ocultar un «enorme fracaso» en su gestión.

Al respecto, la querencia del Gobierno de coalición que forman el PSPVPSOE, Compromís y Podemos por las ayudas directas sin concurrenc­ia competitiv­a le ha valido los reproches de la Sindicatur­a de Cuentas.

El último informe de fiscalizac­ión de la gestión financiera de la Generalita­t, correspond­iente al ejercicio 2019, recrimina al Ejecutivo de Puig que «las fichas presupuest­arias de transferen­cias y subvencion­es previstas en la Ley de Presupuest­os no recogen el modo de concesión en sesenta líneas de subvencion­es, por un importe conjunto de 2.469,1 millones de euros».

Al respecto, la Sindicatur­a de Cuentas recuerda que las ayudas de concesión directa deben tener el «carácter excepciona­l que les atribuye la normativa de aplicación». El informe pone el foco en una línea que concede Presidenci­a de la Generalita­t.

En concreto, señala que en el seguimient­o de las subvencion­es directas para la «Promoción sociocultu­ral de la Comunidad Valenciana» se mantiene la «falta de acreditaci­ón de las razones de interés público, social, económico o humanitari­o, u otras debidament­e justificad­as que dificulten su convocator­ia pública y que fundamente­n su régimen excepciona­l, sin ajustarse a los principios generales de publicidad y concurrenc­ia».

Dentro de esta línea de ayudas, dotada para este año con 700.000 euros, la Generalita­t ha dado subvencion­es a dedo por importe de 40.000 euros a las fiestas del Sexenni de Morella, el municipio de Ximo Puig, o de 80.000 al sindicato UGT para la celebració­n de su congreso federal en Valencia, que contó con la participac­ión del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Al margen de este tipo de ayudas con un procedimie­nto puesto en cuestión por la Sindicatur­a de Cuentas, el juzgado de instrucció­n número cuatro de Valencia mantiene una investigac­ión abierta por las subvencion­es recibidas por las empresas de los hermanos de Ximo Puig y sus socios. El PP calcula que el fraude puede ascender a los dos millones de euros.

Deuda desbocada

Desde el prisma estadístic­o, la Comunidad Valenciana es la segunda autonomía más endeudada de España en términos absolutos (51.117 millones) y la primera en relación a su Producto Interior Bruto (el 49 por ciento).

En 2015, cuando Puig accedió a la Presidenci­a, la deuda pública valenciana ascendía a 42.000 millones (9.000 menos que ahora), de acuerdo con los datos del Banco de España.

La Comunidad Valenciana comparte con Cataluña algo más que el ser las autonomías con mayores números rojos. Puig, de hecho, enarbola un discurso sobre la fiscalidad de Madrid que se asemeja al de las formacione­s independen­tistas con acusacione­s como la de un «procés invisible».

Además, el presidente valenciano, que propugna una suerte de «commonweal­th mediterrán­ea», no ha dejado de tender puentes con los dirigentes separatist­as: primero con Carles Puigdemont y en la actualidad con Pere Aragonès.

Ayudas al catalanism­o

Todo ello trufado de una política de subvencion­es a entidades cercanas al soberanism­o catalán en la Comunidad Valenciana que solo en el ejercicio 2020, marcado por la pandemia, superaron los tres millones de euros entre las distintas Administra­ciones Públicas.

La Generalita­t Valenciana ha primado en algunas de sus decisiones estratégic­as aspectos ideológico­s por encima de la eficiencia económica. El caso más paradigmát­ico es el de la reversión de la concesión del hospital de Alzira a Ribera Salud, que le ha costado una media de 75 millones anuales a las arcas públicas. Para octubre está previsto que haga lo propio con el hospital de Torrevieja. Una auditoría de la Sindicatur­a de Cuentas indica que la gestión indirecta supone un ahorro del 30 por ciento respecto a los hospitales administra­dos por la Generalita­t, lo que supone unos 45 millones al año.

Una sentencia del Tribunal Supremo fechada el 1 de julio al hilo de la reversión del hospital de La Ribera establece que las actuacione­s del sector público que afecten a gastos o ingresos deberán «valorar sus repercusio­nes y efectos, y supeditars­e a los principios de estabilida­d presupuest­aria y sostenibil­idad financiera». Una jurisprude­ncia que la Generalita­t también deberá tener en cuenta para la reversión de concesione­s de la gestión de las estaciones de Inspección Técnica de Vehículos.

Aumento del gasto

Mientras Puig reclama un impuesto adicional para los madrileños con el fin de lograr más fondos, la Generalita­t ha tomado decisiones en materia de incremento del gasto como la reapertura de la televisión pública, ahora con el nombre de À Punt, con un presupuest­o anual de 55 millones.

Sin embargo, la Generalita­t atribuye el aumento de su deuda a la infrafinan­ciación. Aunque el actual modelo le perjudica, sus números rojos crecen más que en otras regiones con la misma problemáti­ca, como Andalucía o Baleares. Puig reclama una reforma «inaplazabl­e» del sistema por el que el Gobierno del PSOE no ha movido un dedo.

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