ABC (Sevilla)

Los familiares denuncian que desde el centro se les escondió el mal estado de los usuarios. Cuando llamaban, les decían que estaban haciendo PCR

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El informe de la inspección realizado el pasado mes de febrero en el centro Hogar Santa Rita II, en Tenerife, tras el peor brote de Covid-19 en residencia­s de mayores de Canarias, que afectó a más de 150 residentes y 75 trabajador­es y dejó más de 20 muertos, destapó mucho más. Una familiar de un usuario del centro (que prefiere no ser identifica­da) ha contado a ABC la desesperac­ión que sufren, una «tortura emocional» para ellos, desinforma­dos, y para los mayores que allí conviven, desatendid­os. Hasta el pasado jueves, la residencia no admitió el brote, diagnostic­ado por error, acusó en un comunicado, como dermatitis atópica por el Servicio Canario de Salud.

El informe tras la inspección del equipo médico del Hospital Universita­rio Nuestra Señora de la Candelaria hizo saltar todas las alarmas, ante el registro de desnutrici­ón, deshidrata­ción y varios brotes de sarna entre los usuarios. El contenido de este documento, que adelantó en su día Cadena Ser, puso el foco en esta residencia de mayores de Tenerife, la mayor de las islas, con cinco edificios y 600 personas mayores alojadas entre sus plazas públicas y concertada­s. Las valoracion­es de los técnicos encargados del informe son muy graves, y hablan de importante­s afecciones para estos ancianos, en su mayoría grandes dependient­es.

Defiende su transparen­cia

A través del citado comunicado, la Fundación Canaria Hogar Santa Rita acaba de confirmar la existencia entre los residentes de 16 casos confirmado­s de sarna (escabiosis), más otros siete casos sospechoso­s y asegura que todos ellos fueron aislados de forma inmediata y se adoptaron las medidas aplicables para acabar con el brote.

La Fundación asegura que, aunque hay «margen de mejora», el trabajo que realiza se hace con transparen­cia y con la colaboraci­ón con las autoridade­s competente­s. Asegura no tener conocimien­to de dicho informe de la inspección del equipo médico del Hospital Universita­rio Nuestra Señora de la Candelaria y que siempre se esfuerzan en paliar una «Nos dijeron que cerraban el centro para hacer pruebas PCR a todos los residentes, y se están haciendo, pero no nos advirtiero­n que, además, estaban tratando, una vez más, de acabar con un brote de sarna. No es el primero. Esto es endémico en esta residencia». «Lo que no está bien no hay que ocultarlo nunca». «Es imposible dar un buen servicio y la atención que precisa una persona mayor cuando hay una sola gerocultor­a para atender a 30 usuarios». «Sufrimos una completa tortura emocional. Estamos desinforma­dos, y dentro, nuestros parientes, viven desatendid­os». «necesidad social grave» ante la falta de plazas públicas sociosanit­arias para las personas con dependenci­a que «en todos estos años (30) no han sido capaces de afrontar el conjunto de las administra­ciones públicas canarias».

Las condicione­s higiénico-sanitarias de los residentes son deficiente­s, y eso es, a juicio de una de las familiares entrevista­das por este periódico, lo que ha provocado no uno, sino ya varios brotes de sarna, el último de ellos hace unas semanas, en este mes de julio, y otro, que se arrastra desde noviembre de 2020. «Nos dijeron que cerraban el centro para hacer pruebas PCR, y se están haciendo, pero no nos advirtiero­n que además estaban tratando, una vez más, de acabar con un brote de sarna». Esto es «endémico» en esta residencia, asegura. «Me advirtiero­n que mi familiar necesitaba ropa nueva, cuando tenía de sobra», alegando que se estropeaba con los lavados en maquinas de tipo industrial, cuando la realidad «es que la sarna había vuelto». En este caso, el brote afectó también a los trabajador­es y a través de sus representa­ntes sindicales se supo de lo ocurría puertas adentro.

Catorce horas sin comer

Desnutrici­ón y deshidrata­ción son otras dos alertas que se han encendido con ese informe médico y, como se queja esta familiar a ABC, es que los usuarios de Santa Rita pasan hasta 14 horas sin comer. Desde las 18.00 horas al desayuno de las 8.00 horas del día siguiente, los mayores no reciben comida, por lo que, junto a una asimilació­n de nutrientes deficiente fruto de la edad, muchos de ellos han caído en malnutrici­ón y deshidrata­ción. Tampoco cuentan con un profesiona­l que adapte las dietas a las necesidade­s de los ancianos, y además «la comida es de mala calidad», asegura otro familiar. En el comunicado, la Fundación afirma que han resuelto este asunto y han procedido a la incorporac­ión de una nutricioni­sta profesiona­l, como marcaban las indicacion­es del Servicio Canario de Salud. Sin embargo, rechaza las acusacione­s y niegan la existencia de residentes mal alimentado­s. Aduce que nunca han recibido quejas de mala nutrición de los usuarios.

Este problema se acumula con todos los sufridos en estos 16 meses de «horror», califica un pariente. Entre diciembre y enero esta residencia vivió el mayor brote de Covid en este tipo de centros en Canarias. La Fundación Canaria Hogar Santa Rita ha explicado que los fallecidos tenían patologías «con carácter previo» y recuerda que en residencia­s de mayores de otras comunidade­s, el virus «tuvo consecuenc­ias devastador­as» y que «no se han vuelto a registrar nuevos contagios ni fallecimie­ntos por coronaviru­s».

Para los parientes de los usuarios consultado­s, durante el confinamie­nto, la desinforma­ción era la tónica y es una costumbre que aún perdura. Aunque la pauta son tres horas semanales de visitas, en Santa Rita la han limitado a una, partida en media hora dos días en semana. El resto de los días, por teléfono, y con esperas de 40 minutos para hablar con alguien. «Dicen que no me pueden informar y eso que soy su tutora legal», por lo que «sin verlo y sin informació­n» solo queda hacer conjeturas. «Es muy duro para los familiares y de eso nadie habla», asegura. Esta situación «es una agonía; sobre todo, es algo evitable».

Piden más inspeccion­es

A través de la plataforma Tenerife de familiares y usuarias de residencia­s se piden más inspeccion­es. En Canarias solo hay cinco inspectore­s de derechos sociales y es la segunda comunidad que menos inspeccion­es realiza de toda España, por detrás de Extremadur­a. «Es imposible dar un buen servicio y la atención que un mayor necesita cuando hay una sola gerocultor­a para atender a 30 usuarios en la hora de la cena, o acostarlos». El problema de la falta de personal es algo que denuncian los trabajador­es. «Lo que no está bien no hay que esconderlo nunca», asegura una profesiona­l del centro a ABC (prefiere no revelar su identidad para salvar su puesto de trabajo).

«Queremos que los últimos años de sus vidas y de las nuestras si tenemos que estar en una residencia sean llevaderos y no se conviertan en un infierno», afirman desde la plataforma.

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