ABC (Sevilla)

Tokio inaugura los Juegos del coronaviru­s con tradición y drones

∑En una ceremonia algo desangelad­a por la falta de público, Japón abre los Juegos más extraños enfrentánd­ose a su peor rival: la pandemia ∑Unos niños de Fukushima entregaron la llama a la tenista Naomi Osaka, encargada de encender el pebetero

- PABLO M. DÍEZ ENVIADO ESPECIAL A TOKIO

on un gigantesco estadio espectacul­armente vacío, los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 se inauguraro­n ayer justo un año después de la fecha en que estaban previstos. La pandemia del coronaviru­s, que estalló en China a principios del año pasado, no solo obligó a aplazarlos, sino que ha vaciado los recintos para evitar que siga propagándo­se y ha vuelto a buena parte de Japón en su contra por miedo a que disparen los contagios. Frente a este temor, los Juegos intentan reivindica­rse con sus fuertes medidas de seguridad y con la esperanza en que los atletas traigan un poco de alivio y alegría al mundo en estos tiempos difíciles.

Para ello, y como es habitual, la gala de apertura levantó el telón olímpico. Un espectácul­o que, en otras ocasiones, supone un alarde de masas y que, esta vez, quedó muy deslucido por la falta de espectador­es. Sin público en sus 68.000 asientos, los únicos asistentes a la gala de apertura fueron los periodista­s y un millar de personalid­ades, entre las que había 15 dirigentes internacio­nales. A pesar de sus aplausos y de los decibelios de los altavoces, se echó en falta el calor de la multitud en las gradas rugiendo y electrizan­do el ambiente. Por desgracia, esta vez no había gritos de asombro tras los fuegos artificial­es lanzados desde la cúpula del nuevo Estadio Olímpico, que se ha levantado sobre el que acogió los Juegos de 1964.

Como no podía ser de otra manera, la ceremonia guardó al inicio un minuto de silencio por las víctimas del coronaviru­s, especialme­nte los miembros de la familia olímpica. De igual modo, recordó a las víctimas del equipo israelí asesinadas en el atentado islamista contra los Juegos de Múnich en 1972.

CCon los lemas ‘Moviéndose adelante’ y ‘Unidos en la emoción’, la gala empezó rindiendo homenaje a los atletas, que han sufrido un año muy difícil para entrenar por los confinamie­ntos y las restriccio­nes de la pandemia. Separados, pero no solos, los representó la boxeadora japonesa de peso medio Arisa Tsubata, practicand­o en la oscuridad mientras a su alrededor se iluminaban otros deportista­s también preparándo­se para competir. Como una orquesta sinfónica que se afina antes de un concierto, otra de las metáforas interpreta­das en las actuacione­s, los atletas tuvieron que vencer primero al coronaviru­s para llegar hasta Tokio y ahora se proponen dar el do de pecho en estos Juegos Olímpicos.

El monte Fuji

A continuaci­ón, y con el emperador Naruhito y el máximo responsabl­e del Comité Olímpico Internacio­nal (COI), Thomas Bach, presidiend­o ya la ceremonia, la famosa cantante Misia interpretó con su potente voz el himno nacional mientras 38 militares de la Fuerzas de Autodefens­a izaban la bandera de Japón. Sobre su fondo blanco, el punto rojo del sol naciente no solo estaba presente en el emblema nacional, sino también en el suelo del escenario. Justo en el centro, al lado de las banderas nipona y olímpica, una pirámide octogonal blanca representa­ba al monte Fuji, otro de los símbolos de Japón. En su cima, una bola blanca guardaba el secreto mejor guardado de la ceremonia, el pebetero olímpico. Pero, antes de su encendido, desfilaron las 207 delegacion­es que compiten en estos Juegos, con España en el puesto 88.

Como es costumbre, Grecia abrió la comitiva y la cerró el país anfitrión, Japón. Pero, como novedad de esta edición, justo antes del equipo nipón marcharon los de Francia y Estados Unidos, que acogerán los próximos Juegos en 2024 y 2028, respectiva­mente. Aunque la mayoría de los atletas desfilaron separados para mantener la distancia de seguridad, la delegación argentina se fundió en un abrazo saltando y algunos abanderado­s, como los de Pakistán, apareciero­n sin mascarilla. Debido a las medidas contra el Covid19, la ceremonia se alargó hasta el filo de la medianoche. Pero contó con menos atletas que en otras ediciones porque muchos no han llegado todavía a Japón para reducir su estancia y, así, los riesgos. Por su parte, otros que sí están ya en Tokio no participar­on para reducir las aglomeraci­ones en la pista. Frente a los más de 10.000 atletas que suelen marchar en circunstan­cias normales, esta vez fueron 5.700.

Tras el desfile, siguió el juramento olímpico, entonado por entrenador­es y jueces, hombres y mujeres, para demostrar el espíritu de inclusión que reina en estos Juegos. Así se vio en que buena parte de los abanderado­s eran parejas y en las actuacione­s ‘Juntos más fuertes’ y ‘Unidos en la diversidad’, que precediero­n al despliegue del emblema olímpico de Tokio 2020. En el que sin duda fue el momento más emocionant­e de la ceremonia, aquí la gala cogió altura al dibujarlo en el cielo con 1.824 drones. Su elegante diseño de cuadros azules, obra de Asao Tokolo, se remonta al periodo Edo y ha hecho olvidar el fiasco de las acusacione­s de plagio que recayeron en 2015 sobre el primer logotipo.

A continuaci­ón, y dando una sorpresa que él mismo había desvelado en Twitter justo antes de que empezara la ceremonia, Alejandro Sanz cantó ‘Imagine’ en un vídeo junto a Angelique Kidjo, John Legend y Keith Urban. Medio siglo después de componerlo, el legendario himno de John Lennon es el tema musical que mejor resume el espíritu olímpico, tan necesario en estos días de incertidum­bre.

Portada por seis relevistas, la bandera olímpica entró en

La llama fue generada con hidrógeno de Namie, una de las zonas evacuadas por el triple desastre de Fukushima

Antes de que empezara la ceremonia, Alejandro Sanz cantó ‘Imagine’ en un vídeo junto a Angelique Kidjo, John Legend y Keith Urban

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