ABC (Sevilla)

Belmonte, radiante, dejó entrever alguna lágrima; al piragüista, más tímido, se le notaban los nervios. Ambos cumplían un sueño

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inminente entrada en competició­n. No estuvieron los jugadores de balonmano ni los de hockey y tampoco las chicas de waterpolo. Incluso así, la española fue una de las delegacion­es más numerosas, reducidas muchas otras por culpa del coronaviru­s.

Paseo de Craviotto y Mireia

Al final, Saúl y Mireia compartier­on el mástil formando una imagen única e icónica. Ejemplo de igualdad que busca ya el reflejo en la sociedad. Brazo derecho para ella; el izquierdo para él. Dos corazones unidos bajo una misma bandera. Un país detrás. La catalana, radiante, dejó entrever alguna lágrima; al piragüista, más tímido, se le notaban los nervios. Emoción para ambos, que veían cumplido un sueño. Deseo cimentado en cuatro medallas a las que quieren sumar alguna más en esta aventura nipona.

Detrás de ellos, varios rostros conocidos. Como el de Pau Gasol, que no se quiso perder su último desfile. Tras haber vivido el de Londres como abanderado, el pívot estuvo esta vez acompañado de alguno de sus amigos. Rudy

Fernández, Claver o Llull se dejaron ver junto al catalán, en el que cada paso sonaba a despedida. A última vez. Como todo lo que hace en esta concentrac­ión olímpica.

Iba rodeado Pau, cuya altura marcaba el techo de la delegación. Grupo larguísimo en el que se echaron en falta muchas caras. Los que no pudieron acudir se montaron su propio desfile en la villa. O durante el entrenamie­nto. Cualquier lugar era bueno para disfrutar del momento. Tamara Echegoyen y Paula Barceló lo hicieron sobre su barco en la bahía donde se celebrará la vela. Otros, como los de triatlón o hockey, en los pasillos de la residencia de atletas. Buen humor y alegría. Felicidad plena rota a última hora de la noche nipona por la confirmaci­ón de un positivo en la delegación nacional de ciclismo. Primer contagio que pone en jaque la participac­ión del equipo en la prueba en ruta. Mazazo que empañó la fase final del desfile para los españoles. La mayoría optó por retirarse a la Villa Olímpica a descansar y se perdieron la actuación de otro español. Alejandro Sanz fue uno de los solistas en el tema que anticipó la llegada de la antorcha olímpica. Una versión del ‘Imagine’ de John Lennon que fue de lo más emotivo de la noche. Tras la canción, apareció el fuego sagrado, que ya luce en Tokio 2020. Luz de esperanza para todos los pueblos del mundo. Que empiece el deporte.

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