Luis del Val: «La lectura es completamente subjetiva»
El periodista y escritor acudió ayer al ciclo ‘Aula de cultura’ en el Club de Playa El Buzo de El Puerto
El periodista y escritor Luis de Val estuvo ayer en el Club de Playa El Buzo, el cual pertenece al Real Club de Golf Vista Hermosa de El Puerto, para impartir la ponencia ‘La aventura de leer’, dentro del ciclo de conferencias del ‘Aula de cultura’ que patrocinan ABC y La Voz de Cádiz.
La vocal económica del Real Club de Golf Vista Hermosa, Celia Ollero, fue la encargada de presentar a De Val ante una audiencia que permaneció en completo silencio durante la hora que duró su intervención, augurando que era una de las «conferencias de mayor expectación».
De Val fue adentrándose en su conferencia recordando el descubrimiento del Yacimiento de Atapuerca. «Cuando se hizo el ferrocarril también aparecieron restos humanos, pero no le dieron importancia», apuntó. También quiso dar a conocer el origen del habla, el cual detalló que tiene alrededor de unos 6.000 años, «los cuales nos han servido para ver la televisión y ver el móvil», comentario que arrancó algunas carcajadas entre el público presente.
Según fue avanzando la tarde también tuvo momentos para lanzar una crítica hacia el móvil, «dado que cuando leemos ejercitamos las neuronas. El lenguaje es tremendamente complejo. Nuestra subjetividad acompaña a cualquier tipo de observación. Cada uno de nosotros aportamos nuestra subjetividad».
Economía del lenguaje
«La lectura es completamente subjetiva, es lo maravilloso. La recreamos nosotros», puntualizó en el momento en el que siguió adentrándose en el tema principal del que trataba la charla.
Incluso apuntó a que «en el lenguaje cotidiano utilizamos entre 1.800 y 2.100 vocablos, cuando nuestra lengua cuenta con más de 93.000», y quiso dejar patente para dar su visión acerca de la economía del lenguaje en contraposición al de la lectura.
Ese momento lo aprovechó para recitar de memoria los primeros párrafos de una de las obras cumbres de la literatura española, ‘Don Quijote de la Mancha’, aquel «En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme…».
Los minutos fueron transcurriendo dando a conocer que «el poder del autor no necesita muchas experiencias», aludiendo a las profesiones que los diferentes escritores de algunas de las obras literarias universales tenían durante la escritura de las mismas.
«Lo importante en esta vida es ser feliz. La lectura ayuda a comprender algunas cosas, pero no a ser felices» quiso dejar claro después de leer algunos párrafos en los que se describía el amor como crítica al uso de las mismas palabras para diferentes significados.
«Lean no para ser felices, sino porque les gusta. Yo escribo porque no entiendo cómo es la vida», sentenció tras un sonoro aplauso por parte de los allí presentes.
Tras el mismo comenzó el turno de preguntas en las que el público quiso conocer su postura acerca de cómo recuperar esa pasión por la lectura, a lo que Luis de Val opinó que «no lo sé, creo que la culpa la tienen los programas educativos. La lectura va siendo minoritaria».
La próxima cita con el ‘Aula de cultura’ tendrá lugar el miércoles 28, a partir de las 19:30 horas. En este caso el protagonista será el consejero de Salud y Familias de la Junta de Andalucía, Jesús Aguirre, el cual llevará a cabo una charla denominada ‘Covid-19. Gestión de la crisis sanitaria en Andalucía’. omienzo mi veraneo, que no vacaciones. Yo cambio de lugar de residencia con el cambio de estación. No me gusta demasiado frecuentar aeropuertos ni estaciones de ferrocarril. Las masas me producen cierta pereza. La ventaja de viajar en coche me da independencia e intimidad, la posibilidad de hablar por teléfono sin que nadie me moleste, escuchar la música que me apetezca y leer, escribir o pensar, en los casos en los que conduzca yo o lo haga otra persona.
No pruebo bocado en el coche, pero, en cierta ocasión, mi amiga Mariuca de noble cuna, tuvo la ocurrencia de abrir una bolsa, extraer de ella un envase con un líquido rojo, que salió del mismo como el Jet d’Eau del lago Leman, Ginebra, proyectándose sobre la tapicería de cuero Yvory y el salpicadero de madera de alce de mi coche. Era gazpacho, cosa que no pegaba nada, porque estábamos a la altura de La Almunia de Doña Godina y porque tenía la seguridad de que lo había hecho, no porque me hubiera visto con cara de hambre, sino por obsequiarme con algo muy nuestro y muy español.
En otra ocasión alguien desalmado y de no muy buena familia, intentó abrir una bolsa de patatas fritas y yo, ante el horror de imaginar sus manos llenas de grasa, le invité a que bajara del coche, teniendo la amabilidad de dejarlo en una parada de taxi.
Las personas que van invitadas en coches deben de tener la precaución de no exigir paradas durante los trayectos,
C«Lean no para ser felices, sino porque les gusta. Yo escribo porque no entiendo cómo es la vida»