Juan Ortega sí que escuchó el ‘ole’ de Jerez de la Frontera
El trianero ensombreció a los protagonistas de la tarde, El Juli y Roca Rey, a base de torería y gusto
Está doblando el primer toro (bis) de la tarde. De fondo suena una leve ovación para El Juli. Siendo riguroso con la verdad, había sido una correcta labor. De las que no pasarán a la historia, pero tampoco recibirán las críticas del respetable. Un toro menos en el contador. Mientras lo estoy anotando en la reseña me interrumpe un vecino de localidad y me dice algo que me desconcierta. Una sentencia tan simple como certera. De esas que te descolocan. Aquel veterano aficionado me miró a los ojos y posó sobre mi conciencia algo que me carcomió durante toda la corrida: «Estará todo lo bien que tú quieras, pero los ‘oles’ los vas a escuchar ahora (venía Juan Ortega)».
Aquel señor rápidamente adquirió un aura de sabiduría. Fue mi particular ‘Nostradamus de Jerez’ desde que el trianero endosó el primer lance. Con una verónica bastó para que los aficionados, que los había, se desgañitaran. Toda la corrida con la melodía de las palmas y el «bieeeen», excepto cuando aparecía este joven maestro del viejo arrabal. Los ‘oles’ que le dedicaban los jerezanos eran tan puros como su toreo. Tan delicado, clásico y elegante…
El recibo a la verónica estuvo cargado de compás. La figura metida y la cintura girando como las manecillas de un reloj. El animal venía sin rematar, pero pudo con el caballo y con el bueno de Manuel Jesús ‘Espartaco’, que se libró de un susto mayor por el buen hacer de un acertado monosabio. La lidia resultó excesivamente larga, pero todo se olvidó cuando comenzó Ortega a acariciarlo con la muleta. Sí, acariciarlo, porque éste no es de citar como si estuviera en una guerra ni trallearlo como el que se escon