Vox lo permite
EEl PP participa en el
cordón sanitario
n los años sesenta, tras una manifestación reprimida por los grises, el poeta Leopoldo María Panero encontró una muchedumbre desorientada a la altura de Cuatro Caminos y, sin dudarlo, decidió liderarla. ¡Por aquí! Como si supiera dónde iba, los llevó con determinación hasta un callejón sin salida donde esperaba la Policía.
Esa labor de conducir a la gente, entusiasmada, adonde no quiere ir es la que lleva haciendo décadas la derecha política española. Es la labor concreta del PP, según Casado «el partido a la derecha del PSOE».
La penúltima ha sido permitir con su abstención que Santiago Abascal sea declarado persona non grata por la Asamblea de Ceuta, donde Vox, pequeño detalle populista, es la fuerza más votada. Esta declaración sirvió para que, de inmediato, varios medios nacionales vincularan a Vox con el odio según una narrativa (y perdón por la expresión) que construye el PSOE con la complacencia del PP. Hay que decirlo tal cual es: el PP participa puntualmente en el cordón sanitario y de manera constante, por omisión, en el relato que estigmatiza a Vox.
Y puesto que se trata del mismo partido que gobierna gracias a Abascal en Madrid y Andalucía, la pregunta ya no atañe al PP, sino a Vox: ¿por qué lo permite? El efecto Ayuso, el efecto Almeida y la ficción sostenida por los medios de que Casado es un líder han sido posibles por su apoyo. Si Abascal rompiera mañana con el PP, muchos votantes estarían encantados, pues no observan razones suficientes para mezclar su voto con el partido que fue de la corrupción, la traición autonomista, la entrega cultural y la lobotomización intelectual. Encuentran que el PP no se corrige y además ‘modera’ a Vox, pues su cercanía matiza y desfigura su discurso, que pierde su original fuerza populista. No puede ser antiélites, ni prometer drenar el pantano madrileño (cocodrilos presupuestarios en los restaurantes) cuando sostiene al PP. El pantano es el PP.
Lo que en Vox suena masoquista y además incongruente es querer acabar con el famoso ‘consenso progre’ sin enfrentarse antes radicalmente (profundamente) al PP y su tradicional ‘liderazgo panero’.