«Manuel del Valle era muy receptivo, la política de hoy no tiene nada que ver»
∑La exalcaldesa ha ganado el premio Joaquín Romero Murube por un artículo en el que ensalza al que fuera su rival político: «Nos entendíamos»
Acaba de ganar el XXI Premio Joaquín Romero Murube por su artículo «El alcalde que preparó la Exposición Universal», en el que ensalza la figura del socialista Manuel del Valle, su rival político cuando llegó al Ayuntamiento. Soledad Becerril se muestra superada por el reconocimiento. «Yo no tengo la altura literaria de los otros ganadores», insiste. Pero la tribuna publicada en este periódico el 8 de octubre del año pasado es un compendio de valores cada vez menos habituales en la política y un homenaje a la concordia, la reconciliación, la tolerancia y el respeto a través de la figura de Del Valle. La exalcaldesa prefiere no seguir la actualidad del Ayuntamiento de Sevilla, pero le sigue doliendo la ciudad, como le ocurría al poeta que da nombre al galardón.
—¿Por qué decidió escribir esa tribuna sobre quien había sido su rival político en el Ayuntamiento?
—Con ocasión del fallecimiento en marzo de 2020 del exalcalde Manuel del Valle pensé que era obligado no sólo recordar su figura como alcalde durante dos mandatos, sino además decir la importante labor que hizo de cara a la exposición universal de 1992, que él preparó. Debía hacerlo porque yo lo había visto y vivido muy de cerca esos años. Llegué al Ayuntamiento en 1987 como concejal rasa, pero asistí al inicio de muchas de las obras y sobre todo a las discusiones en torno al Plan General de Ordenación Urbana, al que mi grupo y yo dimos la aprobación porque nos parecía que era fundamental para realizar las obras que había que hacer en coordinación con la Administración General del Estado.
—¿Mantenían una relación meramente profesional o llegó a tenerle afecto personal? Actualmente es difícil ver que dos políticos de signo contrario se muestren admiración pública.
—Nuestra relación fue correcta siempre, desde el primer día, de respeto mutuo. En los temas importantes en los que era necesario o parecía necesario un amplio acuerdo, como el Plan General de Ordenación urbana para permitir determinadas obras, y en algunos otros asuntos hablamos y luego le acompañé a visitar obras, inauguraciones... Incluso le señalé aquellos edificios que me parecía que había que rehabilitar antes de la Exposición Universal. Le sugerí, por ejemplo, que la estación de Plaza de Armas se convirtiera en el pabellón de Sevilla y que muchos de los actos se celebraran en el convento de Santa Clara con el fin de reutilizar edificios que tenían poco uso y que eran desde el punto de vista histórico muy importantes para la ciudad.
—¿Y no cree que actualmente eso es impensable?
—Sí, ahora parece que es más difícil y lo lamento, pero hay muchas ocasiones en que es muy necesario y conveniente que las ideas que puede plantear una oposición sensata y que además conoce bien la ciudad, como nosotros, da resultados positivos. El alcalde fue muy receptivo, hoy los políticos no tienen nada que ver, son de otra forma.
—Usted lo ensalza en su tribuna como alcalde de Sevilla y como socialista crucial en los acuerdos de reconciliación después de la dictadura.
—Él era un hombre silencioso, callado, con gran sentido del humor que sorprendía mucho, pero capaz de entenderse con la oposición cuando la oposición era como debe ser, sensata y razonable. En el artículo aproveché para decir que han desaparecido en estos años muchas de las personas que hicieron la Transición a la democracia y una de ellas fue Manuel del Valle porque él sí estuvo ahí de verdad. Me gustaba recordar también esa faceta suya, esa actitud suya de demócrata que luchó por la Transición que tanto bien ha producido en España y que ha sido la mejor etapa de nuestra historia reciente. Era obligado recordar todas estas cosas positivas y que lo sepan las nuevas generaciones.
—Ahora asistimos a un revisionismo de aquella etapa, que algunos denominan ‘régimen del 78?
—No fue ningún régimen, fue un pleno estado de derecho, una democracia plena, un reconocimiento total de derechos y libertades admirado por muchos países y reconocido por grandes historiadores españoles y no españoles. La Transición está en todos los libros buenos de Historia y se pone como un ejemplo que, además, es difícil de llevar a cabo. De hecho, muy pocos países lo han conseguido.
—Actualmente existe una crispación política que entonces, según se desprende de la tribuna premiada, era inconcebible. No hace falta salir de Sevilla para percibir eso. ¿Usted imagina a Espadas elogiando a sus rivales o viceversa?
—Desde el punto de vista político veo menos acuerdos, más discusiones, más ‘peleíllas’, digamos. Yo no sigo el día a día de la política municipal, no estoy en condiciones para evaluarla, pero algunas personas me dicen que la ciudad entonces estaba más cuidada, más limpia, y la verdad es que entonces cuidábamos mucho el estado de los parques y ahora están abandonados.
—Hablemos de cómo se encuentra Sevilla. Usted vivió en sus propias carnes la lentitud con la que esta ciudad aborda todos los grandes proyectos. Entonces el gran tema era el metro. Casi 25 años después seguimos igual y con otros grandes asuntos pendientes como los túneles de la SE-40. ¿Por qué pasa esto?
—Los grandes proyectos hace años tardaban más, ahora parece que tardan menos, pero la burocracia sigue siendo enorme, inmensa, las licencias de obras siguen tardando muchísimo y eso provoca desesperación en los vecinos. Yo sigo viendo una burocracia muy larga y que, a pesar de internet, no es la que el ciudadano me
«En el Ayuntamiento veo ahora menos acuerdos, más discusiones, más
‘peleíllas’»
«En nuestra época la ciudad estaba más cuidada, ahora está muy sucia, hay aún hojas en el suelo de hace dos años»
Proyectos que nunca llegan «Todos los proyectos tardan mucho porque tenemos una burocracia inmensa que provoca desesperación en los
vecinos»