ABC (Sevilla)

Cuando el primer error es el último

No hay opción; para ellos la excelencia es una forma de vida

- PABLO MUÑOZ MADRID

a noche del 27 de marzo de 1983, sábado, la sala del 091 de San Sebastián recibió un aviso de bomba en el comercio Portobello de la calle Manterola. Eran los años de plomo, ETA sembraba de odio y sangre las calles del País Vasco –de toda España, en realidad– y avisos como ese eran habituales. Conforme al protocolo, los primeros en acudir fueron policías de paisano para comprobar que no se trataba de una emboscada. En efecto, no lo era y se alertó a los tedax. Aniano Sutil Pelayo y el cabo Juan Manuel Martínez Aguiriano se presentaro­n poco después. La tensión, no por repetida, era menor. Ya antes se habían producido bajas en situacione­s similares. Tras quedar acordonada la zona, los dos especialis­tas en explosivos se acercaron a la bolsa negra sospechosa. La miraron, se retiraron unos metros y confirmaro­n

La sus compañeros que era un artefacto, y que le iban a meter un cebo para evitar mayores problemas, salvo los daños materiales en la zona. «Pasaron unos minutos y vimos cómo el compañero de Aniano le enfocaba con la linterna, y que él tenía las manos metidas en la bolsa –relata el hoy comisario jubilado Enrique Pamies, entonces inspector y testigo de todo–. Alguien comentó que por qué tardaban tanto, si la maniobra de poner un cebo era relativame­nte sencilla… En ese momento me di la vuelta. Lo primero que vi fue una luz verde muy potente, enorme. E inmediatam­ente después oímos el sonido brutal de la explosión»... Aniano Sutil Pelayo murió en el acto; su compañero Juan Manuel Martínez Aguiriano sufrió la amputación traumática de la pierna izquierda y abrasión de partes blandas en el cuerpo.

Hasta trece tedax han caído en acto de servicio, los tres últimos el 1 de julio

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