ABC (Sevilla)

UN ‘CLAN DE LA ZEJA’ SANCHISTA

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Cultura adjudicará subvencion­es de hasta 10.000 euros a cien intelectua­les para fomentar «corrientes de pensamient­o» con unas vacaciones pagadas con dinero público

pasado mes de agosto, el Ministerio de Cultura y Deportes publicó una orden ministeria­l por la que convocaba una serie de subvencion­es en régimen de concurrenc­ia competitiv­a con cargo a los fondos europeos ‘Next Generation UE’, por importe de un millón de euros. Hasta ahí, nada anormal en uno de los muchos ministerio­s de este Gobierno que están gestionand­o ya buena parte de los 9.000 millones de fondos europeos recibidos hace unas semanas para nutrir el plan de recuperaci­ón económica. Sin embargo, la letra pequeña esconde una arbitrarie­dad evidente. Para empezar, se trata de una subvención por importe de un millón de euros dirigida a «fomentar la movilidad internacio­nal de los autores literarios» y «favorecer la reflexión artística y el enriquecim­iento lingüístic­o, la investigac­ión y el aprendizaj­e de nuevas técnicas, formas de hacer, corrientes de pensamient­o…».

Más letra pequeña: las estancias serán de dos meses en el extranjero y están pensadas para cien autores –escritores, traductore­s e ilustrador­es–, que percibirán 5.000 euros al mes para sus gastos de alojamient­o y manutenció­n. Resulta imposible no sospechar que esta subvención pueda convertirs­e en un abrevadero de dinero público para intelectua­les convenient­emente escogidos por el sanchismo, que terminen configuran­do una suerte de ‘clan de la zeja’ específico para el presidente del Gobierno. Una subvención que resulta una tentación para comprar favores de intelectua­les progresist­as similar a la que en su día sirvió a Rodríguez Zapatero para cortejar a la cultura y ganarse voluntades

E

Lcon dinero público en busca de votos. De hecho, el descrédito de Sánchez ha aumentado exponencia­lmente –la drástica crisis de gobierno del pasado julio es la evidencia–, y además la izquierda intelectua­l ha sido especialme­nte crítica con La Moncloa durante toda la pandemia porque se ha sentido abandonada y asfixiada económicam­ente.

La apariencia de la subvención suena a bienintenc­ionada. Pero habrá que poner el foco de atención –y de fiscalizac­ión– sobre los méritos reales de los selecciona­dos que se lleguen a beneficiar de ella. Y también, sobre su trayectori­a artística, su evolución y el valor real de sus obras, para que no se conviertan en unas vacaciones pagadas por el Estado a un grupo de afines privilegia­dos. Lo contrario abonaría la sospecha de que se trata de un burdo mecanismo para un manguerazo de dinero con criterios de amiguismo y nepotismo para crear un lobby interesado, como ocurre por cierto con otras relevantes subvencion­es públicas. Por ejemplo, con las concedidas por el Ministerio de Igualdad a entidades que, con la excusa de la defensa del feminismo, diseñan proyectos estrambóti­cos y prescindib­les.

Sánchez, con Miquel Iceta ahora al frente de Cultura, está en su derecho de abonar un nuevo ‘sindicato’ de sabios a su servicio para hacer creer que el verdadero intelectua­lismo es el de izquierdas, y que la derecha siempre maltrata al mundo de la cultura. Sin embargo, ambos se exponen a ser acusados de proselitis­mo ideológico, y también de despilfarr­o, en unos tiempos muy duros para la inmensa mayoría de las familias en España. La cultura necesita apoyos y debe ser siempre protegida por los poderes públicos. Desde luego. Pero utilizar el dinero europeo destinado a rescatar nuestras maltrechas finanzas para crear un cortijo partidista sería tanto como cultivar el voto cautivo. Lo mínimo es exigir que en la concesión de las ayudas para «favorecer corrientes de pensamient­o» (sic) haya pluralidad, objetivida­d, justicia y equidad objetiva en el proceso de selección.

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