ABC (Sevilla)

Viento de cola

- IGNACIO RUIZ-QUINTANO

Del socialismo de ‘Al vent’ viene Sánchez, que nos trae «viento de cola», expresión oída al mecánico de vuelo del Falcon, y que toma como

metáfora de su época

ARA ese «fascismo de la vulgaridad» (Steiner) que es el sanchismo, la inmigració­n está ahí para costearnos las pensiones, y también, dicho por Sánchez, para hacer de «viento de cola» que nos lleve al 2050 con un millón de estudiante­s menos, que nos permitirá doblar la asignación para educación. Con esa lógica, y en otra época, «cualquier psiquiatra ya tendría a este fenómeno atado a una cama con un gotero de haloperido­l», se oye decir en las redes, pero nosotros, hoy, lo tenemos de presidente.

Y un presidente «con alma», al decir de Úrsula, la lacada presidenta europea que nadie ha votado, entusiasma­da con la caridad española, y eso que todavía no ha visto ‘Plácido’ ni visitado el Rastrillo, donde se ganaría un retrato de Urbano Galindo.

–La vida ens dóna penes –cantaba Raimon en los 60/70 para el golferío de la Transición, que, mechero en mano, voceaba «Al vent, / la cara al vent, / el cor al vent, / les mans al vent, / els ulls al vent, /al vent del món»…, que fue, en resumidas cuentas,

Ptoda la lucha del felipismo contra la dictadura. De aquel socialismo viene Sánchez, que nos trae «viento de cola», expresión que él oye al mecánico de vuelo del Falcon, y la toma como metáfora de su época, el sanchopanc­ismo. El «viento de cola» del sanchismo es el «viento duro de levante» del aznarismo para estos tiempos de paz cuyo horizonte es 2050, año que, si Dios quiere, Soros, Gates y Bezos no verán, razón por la cual ellos tampoco quieren que lo veamos los demás, y para ello cuentan con las vacunas, con el recibo de la luz y con el ejército europeo que piden los liberalios que nunca pisaron un cuartel, mientras el periodismo de las elites nos repite lo inútiles que somos en plan Paquita la del Barrio («¿me estás oyendo, inútil?») por si en otoño nos animamos a suicidarno­s en el Salzburgo de Thomas Bernhard.

Hannah Arendt tenía ‘La paz perpetua’ de Kant, cuya lectura aburre al progre hasta las lágrimas, por un libro escrito en clave irónica. Como ‘Al vent’.

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