LOS EVANGÉLICOS SE MULTIPLICAN EN BRASIL. PARAGUAY Y ECUADOR SIGUEN SIENDO CATÓLICOS. EN URUGUAY, EL 38 POR CIENTO SON AGNÓSTICOS
la región. Hasta el presidente de Chile, el católico Sebastián Piñera, incorporó cuatro ‘obispos’ a su equipo de campaña. En Brasil, cuna de nacimiento de esta gran familia numerosa que son los evangélicos –y donde cada hijo tiene personalidad propia–, la primera dama, Michelle Bolsonaro, es su mejor, aunque no única, representante. También Damares Alves, la ministra de Famillia y Derechos Humanos. Pese a haber padecido abusos en su infancia por un predicador, la también predicadora no perdió la fe en su iglesia pentecostal. Se trata de una de las más adineradas, junto a la neopentecostal.
Bolsonaro se declara católico pero, como recordaba la corresponsal Verónica Goyzueta en ABC, se bautizó en el río Jordán con un rito evangélico. Los analistas coinciden en que sin ese apoyo nunca hubiera logrado suceder a Dilma Rousseff. Quizá puede decirse lo mismo de la expresidenta de Brasil y de Lula da Silva, que busca un compañero de fórmula evangélico para su regreso al Palacio de Planalto. Repetir la experiencia del 2003 con alguien como el fallecido José Alencar prácticamente le despejaría el camino al poder. El difunto, un empresario que amasó una importante fortuna, pertenecía al Partido Municipalizado Renovador (PMR), creado por la poderosa Iglesia Universal del Reino de Dios, con millones de seguidores en el mundo.
Poder mediático
El ‘obispo’ neopentecostal que controla la Iglesia Universal del Reino de Dios es Edir Macedo, un extrabajador de lotería y propietario de la cadena de televisión brasileña Record, que cuenta con una gran audiencia y es un lugar de paso obligado para los candidatos presidenciales a todas las elecciones. Los medios de comunicación son otro eslabón de esta cadena de confesiones evangélicas que se cierra con puestos de poder en la política, el poder judicial y el legislativo. Radio Aleluya es uno de sus altavoces, una cadena con más de 90 emisoras y cobertura en cerca del 75 por ciento de Brasil, un país con tamaño de continente.
Las polémicas también existen más al sur. ‘El Reino’ es el título de la serie que ha hecho furor este verano en Argentina, una ficción que retrata los vínculos entre el poder político y las iglesias evangélicas. Airada por su tono crítico, la Alianza Cristiana de las Iglesias Evangélicas de la República Argentina (Aciera) acusó a su guionista, Claudia Piñeiro, de mostrar «encono» contra los evangelistas por su «militancia feminista» y de «inventar una ficción con el fin de crear en el imaginario popular la percepción de que quienes lideran esas comunidades religiosas solo tienen ambiciones de poder o dinero».
Por su parte, Piñeiro, en declaraciones a Radio Continental, defendió
La conquista evangélica de Latinoamérica
su trabajo y resumió: «’El Reino’ es una ficción de una familia de pastores evangelistas. Hay en la región una especie de unión entre religión y partidos políticos, que obviamente no abarca a todas las iglesias, pero creo que nosotros lo reflejamos muy bien en los personajes».
Solidaridad y lujo
De México a la Patagonia, la andadura de los evangelistas empezó con lo que se conoce como los ‘templos de garaje’, instalaciones que recuerdan al lugar donde se grabó el vídeo de la familia de Castillo en Perú. Son espacios que suelen abrirse en la periferia de las ciudades, lugares marginales y humildes donde se atienden casos de violencia familiar, adicciones, se ofrece apoyo psicológico o laboral y se brinda refugio en hogares a los menores en dificultades.
El Templo de Salomón, en Sao Paulo, es uno de los más emblemáticos y pertenece a la Iglesia Universal del Reino de Dios. El solar abarca más de 100.000 metros cuadrados y la edifición, faraónica, unos 74.000. Construido con piedras traídas de Jerusalén, tiene aparcamiento para unos mil vehículos. Su fachada principal supera los 55 metros de altura, como si intentara tocar el cielo. En su interior, los pastores visten de blanco; en el exterior, los agentes de seguridad llevan traje de chaqueta negro. Se lo conoce popularmente como el ‘Maracaná de la fe’. Por allí pasaron los últimos presidentes de Brasil y buena parte de los candidatos. La ecologista y candidata presidencial Marina Silva, miembro de la iglesia evangélica Asamblea de Dios, con 12 millones de seguidores, prefirió no ir, afirmando que no deseaba mezclar religión y política.
Tratar de hacer un todo con los evangélicos, como se puede con los católicos, no es posible. Francisco Petros, analista de la Universidad Getulio Vargas de Sao Paulo, recordaba: «Están muy divididos. No son ni piensan todos lo mismo. Hay diferentes tendencias, unas más conservadoras que otras». En cuanto a la influencia en el voto, consideraba que «los fieles no siguen de forma incondicional el de sus pastores». Pero pedir, lo piden.
En un informe del Real Instituto Elcano, Carlos Malamud resume: «El deterioro de la política, de los partidos tradicionales –especialmente de la izquierda– y de las instituciones democráticas, junto al retroceso de la iglesia católica en la mayor parte de la región, han colaborado a este despegue» de los evangélicos. Las causas están claras. Las consecuencias están por ver.
América Latina, entre la fe y la duda