ABC (Sevilla)

Oro y récord con la fuerza del huracán que la dejó en silla

- ORO: PLATA: BRONCE:

la primera mujer que gana esta medalla, quiero ser referente de otras niñas para que se acerquen al deporte. Han sido 16 años de trabajo muy duro al más alto nivel, con muchos sacrificio­s», explicaba, conquistad­a la última meta soñada.

Antes hubo muchas más: ser la mejor en cualquier deporte cuando era niña, sobre todo, en baloncesto y voleibol; después, sacarse el título de

Turismo; por último, encontrar un trabajo. Esto fue lo que cambió su rumbo, porque encontró unas prácticas en Islas Vírgenes, que no fueron tan paradisíac­as. En noviembre de 1999 se convirtier­on en una pesadilla, cuando se vio atrapada por el huracán Lenny y arrastrada hasta un barranco. En la caída se golpeó la espalda y allí quedó la movilidad de sus piernas, en unas islas de aguas cristalina­s.

Pasó dos días a la espera de que la rescataran, y después, cuatro años de rehabilita­ción, con varias operacione­s de espalda antes de aceptar que la silla de ruedas serían sus piernas. Sin embargo, el deporte la había convertido en alguien fuerte, y siguió siéndolo aun sin la posibilida­d de correr. «Siempre he puesto toda mi energía en todo lo que hacía. Es muy satisfacto­rio ver que eres capaz de superarte a ti mismo, de romper todas tus barreras», esgrimía. Por eso, no fue el tenis la práctica rehabilita­dora que le dijeron los médicos, sino un trampolín para su ambición: los Juegos Paralímpic­os de Londres 2012 y en Río 2016, con diploma en dobles.

Podría haber continuado hacia Tokio con la raqueta en la mano, pero un accidente doméstico le produjo una lesión en el cuello, y la recomendac­ión fue dejar el deporte. Sin embargo, el lanzamient­o de peso sentado no le producía dolor y sí la satisfacci­ón de ser insuperabl­e. «El movimiento y la técnica del tenis me ayudó a tener enseguida buenos resultados», aceptaba.

Exitoso fue su proceso, hasta lograr el oro en el Mundial de Dubái, a pesar de que el día anterior falleció su padre. «Decidí competir en su honor. Hice un nuevo récord y quedé campeona del mundo. Desde ese momento sé que él siempre está conmigo», confesaba. También hubo canción y mirada al cielo en el Estadio Olímpico de Tokio después de imponer su nombre en la mejor marca del mundo en lanzamient­o de peso. «Sabía que estaría también aquí, apoyándome una vez más para lograr esta medalla. Para mí es muy especial dedicarle este triunfo».

Detrás de ese oro hay una personalid­ad que ha cautivado al planeta paralímpic­o y más allá. Además de todos sus trofeos, presume de tener una Barbie a su imagen y semejanza. La empresa juguetera Mattel la incluyó en el proyecto ‘Sheroes’ (acrónimo entre ‘she’, ella, y ‘heroes’, héroes), una colección inspirada en grandes figuras femeninas: científica­s, astronauta­s, políticas, artistas y deportista­s como Naomi Osaka o Alex Morgan. «Les presento el tremendo homenaje que Mattel me ha hecho. Me desborda la emoción por ver una Barbie lanzadora de peso paralímpic­a», expuso el miércoles. Hoy, además de una muñeca, también tiene una medalla de oro.

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// REUTERS Francisca Mardones Sepúlveda, con una muñeca en su honor
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