ABC (Sevilla)

Roglic grita la sentencia

∑Épico ataque de Bernal camino de los Lagos que culmina el esloveno en una fuga a dúo. Miedo táctico del Movistar

- JOSÉ CARLOS CARABIAS LAGOS DE COVADONGA

Una flecha amarilla atraviesa el Lago Enol mientras la lluvia descarga con fuerza en la cumbre mítica que un día se adueñó de la Vuelta. Primoz Roglic lanza un alarido que se escucha rotundo en los Picos de Europa. Aullido liberador, triunfador, definitivo... Un grito de campeón que resume un día con hechizo. Desenlace festivo que justifica las otras tardes plomizas, magnífica y vibrante secuencia por los puertos asturianos que se cobra víctimas y decreta una resolución con aire de sentencia en los Lagos de Covadonga. Roglic, que tenía todo por perder, impone su clase y su potencia superior frente a la voluntad y el deseo del otro campeón que se exhibe luminoso en la neblina envolvente de Cangas de Onís. Egan Bernal rompe la carrera, desarma al grupo, exige categoría a sus rivales a 60 kilómetros de meta, en un puerto fascinante, la Collada Llomena que marca un antes y un después. Luego se hunde el colombiano en los Lagos, exprimido por Roglic, el cansancio y los perseguido­res. Para el Movistar es un día lánguido, sumido en la tristeza del miedo o la angustia por la presencia de un peligro o un mal. Demasiada precaución, mucha contemplac­ión y poca resolución efectiva. La jornada pertenece a Roglic, autor de un número estupendo, y en su medida a Bernal. La Vuelta parece sentenciad­a.

En un bucle en forma de lazo a las afueras de Cangas de Onís se ventila la Vuelta. Por la Collada Llomena alumbra la carrera con un destello el colombiano Egan Bernal, cuyo espíritu combativo contagia y emociona. Faltan 60 kilómetros, la ascensión en curso y los el australian­o Haig. El Movistar se reserva. Sus líderes, Enric Mas y Supermán, no se dan por aludidos. Guardan vatios, no van a por Roglic y Bernal.

Gracias al esfuerzo de los Bahréin, la fuga de los ‘cracks’ no es un sangría. A los Lagos llegan con dos minutos y tal vez dudas por el esfuerzo acometido. Roglic impone un ritmo alto y Bernal es la víctima. Cede y termina sometido por el tranco de Poels y Mader. La lluvia glorifica el empeño de Roglic, que ha venido a la Vuelta a divertirse, a resarcirse del Tour que todavía no ha ganado. Su ascenso a la cumbre de los Lagos es poderoso y definitivo. Un ciclón que aguanta el paso, reclama su pedestal y grita su sentencia. Es el mejor y como tal se expresa en la cima.

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// EFE Roglic y Bernal, ayer en la etapa que terminó en los Lagos de Covadonga

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