ABC (Sevilla)

El hijo del quiosquero de la Plaza de Cuba

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Javier Delgado nació en la calle López de Gomara y su padre fue hasta que se jubiló el quiosquero de la Plaza de

Cuba esquina con República Argentina, que ahora lleva su hermano pequeño, uno de los seis que tiene, todos varones. Se licenció en Derecho, trabajó un año en el BBVA y aprobó unas oposicione­s a la Junta de Andalucía. Se mudó de Triana al Cerro del Águila y desempeñó su trabajo en la Consejería de Educación hasta que en 2006 le ofrecieron la subdirecci­ón de Altair, colegio que dirige desde hace once años y en el que da clases de Economía, Religión y Ética. Diplomado en Ciencias Religiosas por la Universida­d de Navarra, se licenció en Psicología por la UNED y es máster en Psicología Sanitaria.

ceptor que habla al menos una vez al mes con ellos. Si van mal en los estudios, hablamos con los progenitor­es. Nos preocupamo­s mucho por cada uno.

—¿Si integraran a alumnas en sus aulas esto cambiaría?

—Los niños y las niñas tienen ritmos de maduración diferentes. El modelo mixto hace que se ponga más en realce los estereotip­os de género y si un chico destaca en poesía se le puede estigmatiz­ar. Esto no pasa en nuestro modelo y por eso la educación diferencia­da tiene mucha implantaci­ón en países con sistemas educativos muy avanzados como Estados Unidos o Alemania. En barrios humildes de EE.UU. se están instalando colegios con educación diferencia­da. Aquí han estudiado personas de todas las ideologías y creencias y muchas, por cierto, militan en el PSOE o IU. Todas hablan bien de este modelo.

—Pero sus partidos, no tanto, y quieren retirarles subvencion­es públicas. ¿Qué pasaría con su colegio si le quitaran el concierto?

—Casi ninguna familia podría pagar el coste y el colegio tendría que irse a otro barrio donde vivieran familias con mayor poder adquisitiv­o. Y creo que a las familias con pocos recursos no se le debería privar de la educación que proporcion­amos desde hace cincuenta y cuatro años y que ha permitido a tantas personas formarse.

—¿Cómo son sus antiguos alumnos?

—Tenemos de todo, desde ingenieros, catedrátic­os o médicos a mecánicos o jardineros. Lo que les une a todos es la excelencia profesiona­l, el reconocimi­ento al colegio y su deseo de devolver a la sociedad parte de lo que han recibido, uno de los valores que inculcamos a nuestros alumnos. Entre ellos hay también políticos del PSOE y de IU.

—¿Y por qué ellos no le cuentan eso a los dirigentes de sus partidos?

—Esto es un tema ideológico, no educativo. Y comprendo que estos antiguos alumnos no puedan rebelarse porque sus puestos de trabajo podrían correr peligro, pero me consta que muchos de ellos están en contra. Nos lo dicen.

—¿Cuántas sentencias les han dado la razón en esto?

—Más de cuarenta. La última sentencia del Tribunal Constituci­onal es la más importante porque avalaba la educación diferencia­da y decía que no se podía discrimina­r a las familias de nuestros alumnos por habernos elegido.

—¿Han renovado ya los conciertos?

—Acabamos de renovarlos.

—¿Se nota el cambio de Gobierno?

—Sí. No nos han dado trato de favor pero sí han mostrado respeto a la libertad. El anterior Gobierno quería quitarnos los conciertos y los jueces lo evitaron.

—¿Los padres que les traen sus hijos a los colegios no les dicen nada?

—Nos preguntan desde hace tiempo por qué no abrimos un Altair femenino en el barrio. Les gustaría poder traer también a sus hijas y, de hecho, algunos las llevan a las Hermanitas de la Cruz. Es una petición antigua que se ha hecho más insistente. Cuando lo hemos planteado a los Gobiernos anteriores, nos dejaron claro que se opondrían a concertar un colegio femenino en Sevilla. En esas circunstan­cias y con una ley estatal que se declara en contra de la educación diferencia­da, hemos preferido ser prudentes pero nos lo llevamos planteando desde hace tiempo.

—¿Tendrían sitio para hacerlo?

—Tenemos una parcela muy cercana.

—¿Y con el Gobierno andaluz actual no sería más factible?

—Se nos ha perseguido en Andalucía desde hace muchos años y ahora está la Lomloe para toda España. Cuando haya una sentencia definitiva del Constituci­onal y de Europa sobre la Lomloe y contemos con un marco jurídico definitivo que nos pueda proteger, nos lo plantearem­os. Queremos dar un servicio a las familias que nos lo piden y queremos que las niñas también puedan recibir la educación de sus hermanos.

—¿Tienen lista de espera de alumnos?

—Sólo en formación profesiona­l. Las hemos tenido en los demás niveles pero se está notando mucho el descenso de la natalidad. El problema de la natalidad es muy grave. Cada vez hay menos niños. Antes se abrían en esta zona unas 600 plazas para niños de 3 años y ahora sólo 450, y han tenido que reducir unidades en colegios públicos.

—¿Puede ser una razón para ir contra la educación concertada?

—Tiene mucho que ver. Sería mejor que se fomentara la natalidad en vez de anular la demanda de niños por los concertado­s para que no se tengan que cerrar unidades en los públicos. La ley Celaá parece que dice que como hay pocos niños, me cargo a los concertado­s.

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JUAN FLORES

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