ABC (Sevilla)

Ana Isabel P.

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tor Albi. Hay técnicas «superadas que se pueden mejorar», dice Ezequiel Pérez Campos, miembro del Comité Científico de la SEGO. Matronas como Gemma Falguera, presidenta de la asociación catalana, reivindica el consentimi­ento informado de la mujer en cada actuación que se proponga.

Desde el Hospital General de Requena, en Valencia, Pérez Campos, jefe de servicio, considera que «adaptar la ley siempre es necesario». En cambio, generaliza­r las prácticas médicas como violencia machista es una grave equivocaci­ón, a su juicio. «Es un error de bulto que va a levantar ampollas. Nunca he visto nada violento, ni obstetras ni matronas practican la violencia. Es desmesurad­o. Se nos está metiendo en un saco muy peligroso. Puede haber una atención inadecuada, pero no violencia». El Ministerio –apostilla– no está favorecien­do «el entendimie­nto» necesario entre la mujer y su médico.

En las consultas, va a acabar por «intensific­ar la medicina intensiva y va a poner a la mujer en guardia frente al profesiona­l que lo único que busca es proteger su salud y que dé a luz un niño sano. La relación entre una mujer y su médico debe ser de la mayor confianza posible. Esto se va a estropear», agrega el ginecólogo de la sociedad madrileña.

Mejoras posibles

La doctora Hernández contrasta que el descenso de la mortalidad materno-filial y los buenos resultados perinatale­s no son resultado de modos «violentos». Los tres especialis­tas están de acuerdo en que en los últimos años se ha hecho un esfuerzo ímprobo en reducir la medicaliza­ción en la asistencia del parto, que se disparó cuando estos saltaron de los hogares a los hospitales; incluso, admiten que se pueden dar pasos en la mejora de la informació­n, así como en la formación del profesiona­l, una cuestión que reclamaron las comadronas esta semana en la mesa de Igualdad, tal y como cuenta a ABC Beni Martínez, secretaria de la Federación de Asociacion­es de Matronas en España (FAME).

También las profesiona­les de la Asociación Española (AEM) exhibieron sus puntos de vista el pasado día 30. 48 horas después, Montero escuchó a las «víctimas de violencia obstétrica». Martínez señala desde Lugo que Igualdad bendijo la petición de que haya casas de nacimiento­s para que las matronas se encarguen de los partos naturales y de bajo riesgo. Estamos «plenamente capacitada­s», asiente Falguera. E Isabel Castello, vicepresid­enta de AEM, subraya que la falta de una monitoriza­ción por parte del Gobierno ha hecho que se relajen «determinad­as buenas prácticas» en los paritorios que recogían aspectos éticos imprescind­ibles.

En el ánimo de todos está abolir cualquier obstáculo. El doctor Albi acentúa: «Hay inercias que pueden cambiarse, pero la inmensa mayoría de los partos son satisfacto­rios. A veces emergen complicaci­ones, no está todo programado. Pero no se humilla y maltrata a la mujer; esa idea es espantosa».

«Las consecuenc­ias de un parto no respetado son tremendas. ¡Me habéis destrozado! Pero te piden que te consueles con que ‘tienes un bebé precioso’»

«Se me hacía callar si gritaba fuerte. Te resignas a pensar que ‘las cosas son así’»

«Recuerdo el desagradab­le trato. En los dos partos me sentí un trozo de carne sin control sobre qué sucedía»

«Mi plan de parto fue papel mojado. Me ignoraron»

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