ABC (Sevilla)

Nueva York y el tenis, locos con Alcaraz

∑Después de su hazaña ante Tsitsipas, busca hoy la clasificac­ión para cuartos Juan Carlos Ferrero moldea su tenis desde hace tres años

- JAVIER ANSORENA CORRESPONS­AL EN NUEVA YORK

Carlos Alcaraz comparece hoy en los octavos de final del US Open convertido en la gran sensación del torneo. El viernes, muchos de los que se cruzaran con el tenista murciano por las instalacio­nes de Flushing Meadows –rostro tierno, acné juvenil, piel tostada– no lo distinguir­ían de un recogepelo­tas. Hoy todos le conocen por su nombre de pila. ‘Carlos’, como un viejo amigo, aunque tenga 18 años.

Le gastaron el nombre a Alcaraz en Arthur Ashe, la pista central de Nueva York, en un partido contra Stefanos Tsitsipas que ya es leyenda. Primero, con el conocido ‘Let’s go Carlos’ (‘Vamos Carlos’), seguido de palmadas. Es el grito habitual de los estadios deportivos. Da igual que seas Roger, Novak, los Knicks o los Giants. Lo que no es normal es el ‘¡Carlos, Carlos, Carlos!’ que retumbó en el recinto, el mayor del circuito, en la recta final del último set. Era uno de esos puntos mágicos de Alcaraz –dejadas refinadas, globos ajustados, derechas como cohetes y hasta alguna defensa por debajo de las piernas– y fue una reacción espontánea, tribal, desatada. Las gradas eran una colección de manos sobre la cabeza, de ojos desatados, de carcajadas incrédulas.

El griterío fue atronador cuando, en

Carlos Alcaraz, el tenista más joven en acceder a unos octavos de final del US Open desde 1989, se convirtió en discípulo de Juan Carlos Ferrero hace tres años, cuando tenía 15. El exnúmero uno del mundo, que había entrenado antes al alemán Alexander Zverez, vio rápido el potencial del murciano y unió su camino al de la joven promesa, que al lado del maestro alicantino no ha parado de progresar en su juego. Alcaraz, que hoy se enfrenta a Peter Gojowczyk en busca de los cuartos de final, ha perfeccion­ado sus golpes y ha ganado en su físico, lo que Ferrero considera una de las claves del estallido de su discípulo. su segunda bola de partido, Alcaraz mandó un globo que se escapó un dedo más allá de la línea. Todo el mundo de pie, sobrecogid­o, agarrando al de al lado. «No sé lo que ha pasado ahí fuera en la pista», dijo Alcaraz tras el partido. Tampoco los espectador­es, metidos en un ‘tie break’ en el que se paró el tiempo. Los relojes volvieron a funcionar con el último derechazo de Alcaraz, abierto contra el revés de Tsitsipas, inalcanzab­le para el griego. Estalló el júbilo y Alcaraz nació como estrella. Los espectador­es salían de la grada con la sensación de haber presenciad­o algo histórico.

Fuera de la pista, el éxtasis es todavía mayor. Los medios estadounid­enses hablaron del alumbramie­nto de una «superestre­lla». Luka Doncic, consolidad­o como tal en la NBA, alucinó con Alcaraz: «Increíble», puso en su cuenta en Twitter. «Será el numero uno en tres años como máximo», pronosticó el ex tenista Yevgeny Kafelnikov. «Es la primera vez que hablo de Alcaraz y ya soy un fan», reaccionó Boris Becker. «El tenis tiene un futuro brillante».

Tsitsipas, sorprendid­o

Hasta su rival, que era cabeza de serie número de tres y uno de los favoritos para plantarle cara a Novak Djokovic, se rindió ante el tenis desplegado por Alcaraz. «Nunca en mi vida he visto una velocidad de pelota así», confesó Tsitsipas en rueda de prensa. Hubo derechazos del murciano que no levantaron gritos, sino un ‘oh’ de asombro.

«Este partido va a mejorar su confianza y su nivel a partir de ahora, veremos», confió su entrenador, Juan Carlos Ferrero, que sabe lo que es ganar un grande –Roland Garros en 2003– y ser número uno del mundo.

El desempeño de Alcaraz en lo que queda de US Open es incierto. Pisa terrenos desconocid­os: es la primera vez que se mete en octavos de un ‘grande’ y el más joven en hacerlo en Nueva York desde los tiempos de 1989, con Michael Chang y Pete Sampras. Desde que empezó el ranking de la ATP, nadie tan joven había ganado a un ‘top 3’ del mundo.

Alcaraz se mete en terrenos desconocid­os para él, pero es imposible no mirar al cuadro y ponerse a soñar. Hoy se enfrenta al alemán Peter Gojowczyk, un veterano de 32 años que viene de la previa. Si consigue ganar se mediría en cuartos al ganador del Tiafoe contra Felix Auger-Aliassime. Solo en semifinale­s se mediría a un ogro, Medvedev.

«Espero seguir siendo el mismo jugador en pista», dijo Alcaraz tras la victoria del viernes. Si lo consigue, es difícil ponerle límite. Lo que muchos quieren

Ocupa el puesto 54, su techo en el circuito. Con 185 centímetro­s de altura y 72 kilos de peso, su fuerte es el golpeo con la derecha. ponerle es apodo: ‘el nuevo Rafa’. Un periodista estadounid­ense le puso la trampa al preguntarl­e a qué jugador trataba de parecerse. Alcaraz demostró ahí la misma personalid­ad que en la pista: «De verdad, yo no copio el estilo de ningún jugador, solo hago mi juego. Pero si tengo que nombrar un jugador con un tenis similar, creo que es Federer».

Era una forma de decir que él ya se ha hecho su nombre. ‘Carlos’, y ya no hay nadie en Nueva York ni en el mundo del tenis que no lo conozca.

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// REUTERS Alcaraz celebra su triunfo ante Tsitsipas
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