ABC (Sevilla)

El campeón que no conocía los códigos

∑El esloveno, que trabajó limpiando en un centro comercial y fue saltador de esquí, aprende las claves del ciclismo en cada carrera que gana

- J. CARLOS CARABIAS SANTIAGO

ace dos años en la Vuelta a España 19, una advertenci­a antes de cada rueda de prensa. «Solo tres preguntas para Roglic», prevenía Laura Cueto, la jefa de comunicaci­ón. Ayer en Santiago, como todos sus días de rojo, el talante del ciclista gira hacia la cordialida­d. «¿Alguna pregunta más para Primoz?». Y Roglic, vencedor ya de tres Vueltas, campeón olímpico contrarrel­oj, Lieja, País Vasco, Romandía, segundo en el Tour, palmarés de estrella, se despide amable de los periodista­s con un «gracias» levantando la mano izquierda. El campeón que no conocía el ciclismo, su historia, sus códigos,

Hsu leyenda, aprende en proceso acelerado cada vez que compite y gana. Unas palabras en español, se le pide. Y Roglic desmiente aquel símil de algún medio francés, que comparó su atractivo con el de un frigorífic­o. «¡Cerveza! Dos más», suelta divertido.

Cuesta imaginarlo ahora en un centro comercial de Eslovenia, ataviado con el mono gris del trabajador responsabl­e de la limpieza de las escaleras mecánicas y del edificio, tan concentrad­o en la tarea con los auriculare­s como compañeros en la noche solitaria. O lanzándose por un trampolín de salto en Garmisch Partenkirc­hen el primer día del año. Roglic, hijo de un empleado de una fábrica y de una maestra, desempeñó estas y otras ocupacione­s (repartidor de publicidad, conserje) como correspond­e a alguien obligado a buscarse la vida por necesidad.

La periodista americana Kate Wagner, crítica de arquitectu­ra, lo deconstruy­ó en una magnífica entrevista en ‘Bicycling’ y Roglic ofrece retazos de su personalid­ad enigmática y en apariencia neutral, siempre al borde la sencillez útil, jamás inclinado hacia una parte o alternativ­a. Cuenta cómo fue su trasvase de los saltos de esquí, y del accidente que lo anuló, hacia el ciclismo profesiona­l. Roglic se dedicó a enviar correos electrónic­os a personas relacionad­as con este deporte, en base a una pregunta que describe su carácter lacónico, directo e impasible. «¿Qué necesito hacer o ser para poder unirme a su equipo o intentar ser un profesiona­l? ¿Qué se necesita?», preguntaba el exsaltador.

Aterrado en el manillar

Con 23 años, mientras todos sus actuales competidor­es en el pelotón llevaban desde los 12 o 13 años montados en una bicicleta, Roglic disputó su primera carrera. Tenía demasiado miedo en ese enjambre de ciclistas y no se soltó del manillar, aterrado como estaba, para comer o beber durante más de 170 kilómetros. «No sabía cómo ponerme y quitarme la ropa, cómo comer, cómo beber... cómo mear desde la bici. Necesitaba aprender muy, muy rápido. Y sí, me caí muchas veces en los avituallam­ientos», recuerda en ‘Bicycling’.

En 2015 ganó el Tour de Eslovenia y el Tour de Azerbaiyán. Los equipos de primera división se fijaron en el esloveno desconocid­o. Frans Maasen, director deportivo del actual Jumbo-Visma, dijo a VeloNews: «Lo llevamos en avión a Holanda para hacer una prueba. Era como un Ferrari». Un prodigio físico. Y arrancó su meteórica ascensión hacia la cumbre, ganando carreras, descubrien­do el ciclismo y aprendiend­o sus entresijos. En un deporte ocupado en puestos de responsabi­lidad por antiguos pasajeros, excorredor­es y demás, Roglic siempre ha sido el novato, un alternativ­o que recorrió el camino inverso.

Su derrota en el Tour 2020 ante Pogacar fue impactante. El casco desencajad­o sobre la nuca, la cara colorada, la figura descompues­ta sobre la bici, el lamento al entrar en la meta de La Planche des Belles Filles y el abrazo de caballeros­a felicitaci­ón a su compatriot­a al perder el Tour.

«Los grandes problemas de la humanidad...», dijo para relativiza­r aquella derrota en contraste con otros dilemas que acucian a cualquier ser humano. El relato de Primoz Roglic es la redención, el rescate del que se presume cautivo. Después de aquello, ganó la Lieja, la Vuelta, el oro olímpico contrarrel­oj, de nuevo la Vuelta... La historia de alguien que replica a la adversidad con una tenacidad superior y rigor mental, al que ninguna fatalidad le parece tan grande como para no superarla.

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// CXCYCLING El equipo Movistar, al mando del pelotón de la Vuelta

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