ABC (Sevilla)

La Mancha ‘Seca’

La iniciativa privada va por delante de la pública en la conservaci­ón de los espacios naturales

- JAVIER HIDALGO

En los ambientes naturalist­as y cazadores se conocía como La Mancha Húmeda a ese conjunto de espacios inundables, lagunas y praderas que salpicaban esta región biogeográf­ica en toda su amplitud. A veces eran simples depresione­s endorreica­s rellenadas por el agua de lluvia que caía sobre el vaso, otras eran lagunas nutridas por las aguas de los ríos locales, como el Cigüela o el Riansares.

Hasta la mitad del siglo pasado, estos espacios naturales se conservaro­n razonablem­ente bien y en ellos se cazaba y pescaba y además servían como abrevadero­s, descansade­ros y comederos para el ganado y la fauna silvestre. Sin embargo, a partir de ahí, y gracias a los despropósi­tos de la gestión pública, muchos de ellos, o bien han desapareci­do o bien se encuentran secos. La declaració­n de algún nivel oficial de protección sobre el papel para algunos de ellos, las desviacion­es y drenajes de los cauces que los abastecían, la extracción de agua del subsuelo para riegos y suministro­s urbanos y las roturacion­es y transforma­ciones de sus cuencas han destruido el sistema hídrico natural y han acabado con ellos. Algunos están desapareci­dos para siempre, como la laguna de Arroyo Morón, una de las más grandes. Otros, como las Tablas de Daimiel, Parque Nacional, permanecen secos desde hace años y la gran mayoría se reduce simplement­e a la antigua cuenca cubierta de una lámina de sales, como una mancha blanca y fantasmagó­rica en el paisaje. En algunos, los administra­dores públicos plantaron carteles y trazaron recorridos que hoy se muestran abandonado­s y llenando de basura el entorno, como signo infalible del desinterés y la falta de constancia tan caracterís­ticos de los funcionari­os.

Una reciente visita a esta región nos ha mostrado que allí ha ocurrido lo mismo que en la gran marisma andaluza, donde los responsabl­es medioambie­ntales no cumplen con las normas establecid­as ni las hacen cumplir a ciertos administra­dos, de forma que hoy día, cualquier propiedad privada de la periferia del espacio protegido y gestionada de forma tradiciona­l por sus propietari­os, luce mucha más biodiversi­dad que el propio Parque Nacional.

En medio de toda esta Mancha ‘Seca’, brilla con luz propia alguna laguna que sigue en manos privadas y cuya gestión está enfocada al aprovecham­iento de los recursos naturales renovables, como la caza o el ocio naturalist­a. Sus propietari­os supieron defender en su momento sus derechos sobre el agua y gracias a ello, aunque a duras penas, mantienen la finca como lo que siempre fue, un reservorio de naturaleza salvaje, donde medran miles de aves acuáticas, desde rascones hasta grullas, desde pájaros moscones hasta flamencos, pasando por toda la lista de patos, garzas, zampulline­s, limícolas y láridas, soporte trófico de una abundante y diversa comunidad de rapaces. Y en sus orillas, las aves esteparias, tan escasas hoy en nuestro suelo patrio: carracas, gangas, sisones, avutardas…

Esta situación demuestra una vez más que la iniciativa privada va muy por delante de la pública en lo que se refiere a la conservaci­ón de los espacios y las especies naturales en nuestro país.

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