Una crisis que sirve de lección
En el futuro se deberá ser
más cautos con operaciones que por su
cuantía económica se convierten en una pesada
losa después
UNA ironía, que el tiempo convirtió primero en aserto y después en cliché, hizo de cada español un seleccionador de fútbol, muchos seguramente mejores que Luis Enrique. Lo que no sabíamos es que en cada hincha de un club también hay un director deportivo que domina todos los secretos del mercado, de tal guisa que de estar ellos en el cargo firmar a Messi o a Ronaldo con un billete de veinte euros en la caja fuerte del club sería pan comido. Más o menos, y exagerando, lo que se le venía exigiendo que lo estaban cansando, en feliz duquela de Manuel Ruiz de Lopera, a un Antonio Cordón con las manos atadas a la espalda. También se le pidió durante todo el verano, que para él ha sido la única estación del año desde que llegara al Real Betis, que oficiara de Houdini e hiciera desaparecer del plantel a todos los que hipotecaban el rendimiento deportivo del equipo y lo lastraban en lo económico, sin atender en que aquello no sería un ejercicio superior de magia sino de doctorado en milagros: ¿cómo consigues que acepte irse quien cobra mucho, rinde poco y le importa un bledo jugar a menudo o no? Sin apenas recursos, más allá del dinero proveniente del acuerdo de la Liga con el fondo de inversiones CVC, utilizando todas las triquiñuelas que ofrece la ingeniería financiera y con el futuro (término de contrato de jugadores que ganan una pasta gansa y son prescindibles) de avalista, Cordón y Haro han conseguido firmar futbolistas llamados no a nutrir el fondo de armario, sino a convertirse en pilares de la estructura base. La experiencia de incorporar a tipos del nivel de Rui Silva, Pezzella, Willian José o Bellerín en plena crisis debe servir también de lección para, en épocas menos flacas como las que vendrán, ser más cautos al afrontar operaciones que por su cuantía económica y mala valoración del riesgo se convierten en una pesada losa meses después. Que se haya hecho bien dadas las circunstancias no quiere decir que sea suficiente. El tiempo dirá quién tiene razón, si el poder, que ve una plantilla competitiva para tres competiciones o Pellegrini, quien la califica de «justa».