Antes muerta que sencilla
Ha estado bien el alcalde al decir que la Feria o es como es, o no es. Le ha faltado agregar que lo más normal es que no sea
Dicen que anda cabreado el alcalde por la filtración del proyecto de Feria light para 2022 que se estaba pergeñando en su Ayuntamiento. No tanto por la filtración a ABC como por el hecho de que en la cocina socialista se estuviese preparando un guiso tan poco afortunado para la próxima primavera. No debe enfadarse tanto Juan Espadas con las meteduras de pata que protagoniza su equipo mientras él se pasa la mitad del tiempo atendiendo los papeles de San Vicente o de gira por la geografía andaluza. Al menos por esta vez, el desbarre de Fiestas Mayores le ha permitido al alcalde una reafirmación de autenticidad sevillana que ha sido unánimemente secundada por los sevillanos. La polémica permitía, además, esas frases rotundas que tanto gustan a los políticos: «La Feria no se toca», «no admito sucedáneos» y «la Feria o es como es, o no es». Con el viento de la opinión pública de popa, Espadas se envolvió en la bandera de la sevillanía para defender las características de una fiesta incompatible con una regulación estricta. Precisamente el principal valor de la Feria es su autorregulación espontánea, porque es un proceso en el que el sevillano se define: la medida del gasto establece la horquilla entre el desprendido y el tieso; del jolgorio entre el cabra loca y el sieso; del alcohol entre el abstemio y el borracho; de la conversación entre el callado y el plasta. El sevillano va a la Feria a mostrarse, y el savoir faire es parte fundamental de su exhibición; si el comportamiento viene regulado por severas normas de control se pierde la espontaneidad y la oportunidad de distinguir la naturaleza de cada cual.
El real de Los Remedios no es una ciudad sin ley. Tiene sus propias normas, resultado de un complejo proceso de decantación de costumbres atávicas y usos sociales. Sustituirlo por un simple código de pautas de conducta de prevención sanitaria es incompatible con la naturaleza de la fiesta. Hace bien Juan Espadas en recuperar para la Feria el título de aquella canción: antes muerta que sencilla. Lo que omite el alcalde es que celebrar una Feria tal y como la conocemos dentro de siete meses parece poco factible. No hay un escenario más proclive al contagio que una caseta del real, donde no hay ventilación, la distancia de seguridad es una quimera, se comparten los platos y reina una fraternidad que invita al contacto físico. Celebrar la Feria exige una situación sanitaria en la que el Covid sea un problema residual, y es poco probable que para mayo el virus haya sido vencido definitivamente. Otra cosa es que Sevilla se pueda permitir tres años sin una fiesta fundamental para su economía y para su proyección nacional e internacional. La decisión estará en la mesa de Espadas... o de quien le sustituya.