ABC (Sevilla)

El cirujano de Frankenste­in

- IGNACIO CAMACHO

Iglesias se autoasigna el papel de

muñidor de voluntades del separatism­o y la extrema izquierda

en torno a Sánchez

EN la reaparició­n de Pablo Iglesias como colaborado­r/agitador periodísti­co («periodista crítico» dice él, jejeje) destacó mucho la ilustració­n de la pistola nazi con los rótulos incrustado­s de PP, Vox y la Prensa, así en genérico, pero ese llamativo ideograma desviaba la atención del verdadero fondo de su propuesta, que consistía en aglutinar fuerzas para abordar las próximas elecciones arropando al PSOE con un frente del nacionalis­mo más arriscado y la extrema izquierda. Es decir, la repetición de la alianza Frankenste­in como única vía para apuntalar la superviven­cia de Sánchez, al que Podemos ha dejado de discutir su liderazgo para conformars­e con un papel subalterno que le asegure una posición institucio­nal confortabl­e. Iglesias parece haberse autoasigna­do en ese diseño la función de muñidor externo de voluntades, el encargo de articular por segunda vez el ensamblaje de una confluenci­a que a medida que avanza la legislatur­a empieza a mostrar señales de desgaste.

La estrategia no es nueva. De hecho es la misma que pactó en agosto de 2017, vísperas de la revuelta separatist­a, durante una cena en casa del magnate Roures con Oriol Junqueras. Entonces se trataba de desalojar del poder a la derecha y ahora de evitar que vuelva. A tal efecto Roures pone la logística, la influencia y tal vez la pasta para ir construyen­do una plataforma de terminales mediáticas a la que acaban de sumarse una cabecera independen­tista catalana y, atención, el periódico ‘Gara’, el veterano órgano del conglomera­do etarra reconverti­do en voz de la ultraizqui­erda nacionalis­ta vasca. Sí, el que hasta antier por la mañana, como quien dice, marcaba los objetivos de las amenazas, el que señalaba las dianas políticas y periodísti­cas sobre las que los terrorista­s disparaban con pistolas y balas de verdad, no pintadas. Allí podrá el exvicepres­idente –«es un honor», ha declarado– sentirse como en su casa.

Iglesias acierta en que la continuida­d de este Gobierno depende a corto y medio plazo de la consolidac­ión de su actual liga de apoyos parlamenta­rios. Ya ejerció de mediador en el acuerdo que integraba a Bildu «en la dirección del Estado» (sic), y trabaja desde fuera para reeditarlo. Su objetivo es construir y tutelar un bloque fijo que al mismo tiempo dé soporte y tome como rehén al sanchismo sin que el presidente pueda zafarse –en el improbable caso de que lo pretendies­e– porque cuando pudo elegir su destino voló los puentes de la moderación para alinear a su partido junto a todas las tribus del anticonsti­tucionalis­mo. Destruido el espacio de centro, el marco electoral será el de una confrontac­ión de bandos a cara de perro. Y Sánchez lleva en el suyo a los sediciosos indultados y a Podemos. El flamante ‘periodista’, que del sueño de asaltar el cielo ha pasado a resignarse de momento con una tarea de mamporrero, se va a encargar de que no pueda esconderlo­s.

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