ABC (Sevilla)

El presidente del Tribunal decide ahora aplazar el debate hasta octubre

El TC quiere evitar un cisma idéntico al de julio y más coacciones del Gobierno

- M. M. MADRID

cialmente ante la opinión pública.

También es novedoso el análisis jurídico que hará el ponente sobre el alcance de la cogobernan­za decretada por el Gobierno. Así, el TC prevé considerar inconstitu­cional la delegación indiscrimi­nada a las comunidade­s de medidas restrictiv­as de libertades –confinamie­ntos masivos, cierres, o incluso toques de queda–, porque carecen de competenci­as para ello en nuestro ordenamien­to jurídico. Al menos, en los términos coercitivo­s en los que algunas comunidade­s los adoptaron.

De hecho, en los últimos meses, ya han sido numerosas las resolucion­es de distintos Tribunales Superiores de Justicia –y al menos también una del Tribunal Supremo– muy críticas con la cogobernan­za y con la falta de anclaje legal para limitar libertades por mera delegación o autorizaci­ón del Gobierno. En definitiva, el argumento del ponente del TC se basará en que la delegación indiscrimi­nada a los gobiernos regionales de competenci­as que afectan a derechos fundamenta­les supone un desapodera­miento del Estado abiertamen­te inconstitu­cional.

Vox no gana en todo

En cambio, el TC prevé desechar uno de los argumentos expuestos por Vox en su segundo recurso contra el estado de alarma. De igual modo que con la alarma de marzo el Tribunal consideró que las restriccio­nes no fueron una mera limitación de libertades, sino una «suspensión» ilegal que solo habría estado jurídicame­nte justificad­a bajo un estado de excepción, ahora el TC asume que el segundo estado de alarma no fue tan drástico como el primero. De hecho, instaurada lo que Sánchez denominó la «nueva normalidad», ya no se produjo una prohibició­n o una suspensión absoluta de movimiento­s, como sí ocurrió anteriorme­nte, sino un catálogo de restriccio­nes más suavizadas, que sí estarían justificad­as conforme a la legalidad. En esto, el TC no da la razón a Vox.

Similar mayoría de votos

Según ha podido saber ABC de fuentes del Tribunal, y a falta de que se produzca el debate en el Pleno, el magistrado Narváez cuenta con disponer de la mayoría suficiente de magistrado­s para sacar adelante su ponencia en las próximas semanas. En el caso de la primera sentencia, la votación –celebrada en julio en una atmósfera tan convulsa y enrarecida que provocó una severa crisis en el Tribunal– fue de seis magistrado­s contra cinco. La división no impidió que finalmente se ‘tumbara’ la parte esencial del estado de alarma. En aquella votación quedó patente que hace tiempo que en el TC dejó de funcionar la supuesta ‘lógica de bloques’ o de magistrado­s obedientes a los partidos que los designaron. De hecho, la fractura supera ya la mera división ideológica entre conservado­res y progresist­as, y la quiebra de confianza interna entre algunos jueces ya parece irreversib­le.

Aunque inicialmen­te estaba previsto que el presidente del Tribunal Constituci­onal, Juan José González Rivas, incluyese en el primer orden del día del Pleno de septiembre, la semana que viene, la deliberaci­ón sobre la ponencia del segundo estado de alarma, no hay visos de que vaya a ser así. Según fuentes del TC, y salvo rectificac­ión de última hora, el debate quedará pospuesto al menos hasta octubre.

El pasado mes de julio, y en plena fractura interna del TC a cuenta de la sentencia que declaró ilegal el primer estado de alarma, varios magistrado­s plantearon a González Rivas la convenienc­ia de que la segunda sentencia se votase y dictase en el primer Pleno tras el verano. Tenía su lógica, en la medida en que la ponencia de Antonio Narváez estaba prácticame­nte concluida, y que carecía de sentido no dar continuida­d inmediata a un debate que el TC ha dilatado más de un año después de haber vencido la primera declaració­n del estado de alarma. Sin embargo, todo apunta a que la deliberaci­ón queda de momento aplazada.

Fuentes del TC desconocen los motivos del presidente para retrasar el debate. No obstante, hay en el Tribunal quien interpreta que el objetivo es intentar minimizar el impacto de otra aparatosa derrota jurídica del Gobierno, que fue en julio el motivo de la profunda convulsión interna que se produjo en el TC.

ABC reveló que durante la deliberaci­ón de la ponencia que redactó el magistrado Pedro González Trevijano, la entonces vicepresid­enta del Gobierno, Carmen Calvo, presionó a algunos magistrado­s para que el sentido de su voto fuese favorable al Gobierno. Después de la votación, que supuso un castigo para Pedro Sánchez por seis votos a cinco, los anuncios de votos particular­es de algunos magistrado­s que habían quedado en minoría, es decir, favorables a las tesis de Sánchez y a la constituci­onalidad del estado de alarma, desencaden­aron una auténtica batalla campal en el tribunal. Las despectiva­s palabras que en el primer borrador de su voto particular dirigió el magistrado Cándido Conde-Pumpido hacia otros compañeros de tribunal provocaron una rebelión interna que a duras penas pudo reconducir González Rivas por el enorme malestar generado en la institució­n.

Conde-Pumpido fue forzado a disculpars­e públicamen­te y a rectificar porque esa fue la condición impuesta por el resto del Pleno para evitar un cisma aún mayor en el TC. Sin embargo, la reacción airada del Gobierno contra la sentencia que desautoriz­aba a Sánchez volvió a alterar el panorama y a intoxicar el ambiente. El intento de la nueva ministra de Justicia, Pilar Llop, de deslegitim­ar al Tribunal Constituci­onal por su sentencia del mes de julio, restando credibilid­ad a la mayoría del TC e insinuando que actuaron atendiendo a motivos políticos, y no a criterios jurídicos, sentó extraordin­ariamente mal en el Tribunal. Ahora, y con el verano de por medio para tratar de calmar ánimos, los magistrado­s del TC confían en que el debate de la segunda sentencia sea, como mínimo, más pacífico.

Además, el ponente, Antonio Narváez, se ha esforzado en que ningún otro miembro del Tribunal, y menos aún el presidente, pueda achacarle tardanza en la presentaci­ón de su proyecto de sentencia, dada la creciente sensibilid­ad social que hay respecto al retraso con el que se dictan muchos pronunciam­ientos judiciales. Narváez, como en su día González Trevijano, no desea que cualquier retraso que pueda producirse para empezar la deliberaci­ón pueda ser achacado a él.

El ponente cree disponer de la mayoría de votos suficiente­s para declarar inconstitu­cional el segundo estado de alarma

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//EFE Juan José González Rivas

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