«Es un caso totalmente excepcional»
El caso de las niñas intercambiadas al nacer en el hopital San Millán de Logroño en 2002 es «un error humano totalmente excepcional» y con «ningún margen en el actual sistema sanitario», según explica a ABC Guadalupe Fontán, enfermera del Instituto de Investigación del Consejo General de Enfermería. El protocolo que se sigue actualmente para identificar a los recién nacidos es «muy estricto», ya que se utilizan varios sistemas simultáneos para garantizar una mayor seguridad. Al nacer tanto el niño como su madre reciben un brazalete con unos códigos identificativos. La mayoría de los hospitales recurren, además, a muestras sanguíneas del cordón umbilical del bebé para la identificación de ADN. «Hemos ganado mucho en seguridad», apunta Isabel Quesada, vocal de Obstetricia del Colegio de Enfermería de Jaén. familias, que es lo más importante, para evitar posibles daños», dice. «Es primordial que se proteja a ambas familias y a las niñas. Por su edad [en la actualidad tienen 19 años] es muy complicado para ellas». También confiesa que nunca quiso sentarse ante un periodista. «Lo hacemos porque hay gente que puede pensar, tras leer la información, que dónde está el supuesto padre biológico de la chica que puso la demanda. Está aquí y ha estado siempre a disposición de la Fiscalía», justifica su letrada.
Celeridad en los test
Tras dos años y medio en los que Paco se ha formulado una y otra vez las preguntas que cualquier persona en su situación se haría, buena parte de las respuestas se encuentran en sendas muestras de sangre enviadas al Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses desde el Juzgado de Familia de Logroño, la suya y la de su presunta hija biológica. «Fue el 2 de noviembre de 2020, no en enero de 2021», corrige. «Han pasado más de diez meses y seguimos sin respuestas», lamenta antes de reclamar «a las instituciones que aceleren todos los pasos».
«No se dan cuenta de los daños que se están causando a ambas familias, que son muy importantes. Que aceleren lo máximo posible para que, en ese momento, todo quede en manos de los abogados y que hagan lo que tengan que hacer. Nos dijeron que estaría en un mes y medio y han pasado ya más de diez». Hasta ese momento, hasta que el ADN ofrezca certezas, prefiere no entrar en especulaciones, pero señala que «nada de lo que pueda surgir de esta prueba de ADN será un problema. No me niego a nada. Estoy dispuesto a lo que sea necesario. Podemos intuir el resultado, pero no hay pruebas concluyentes».
Paco habla con voz sorprendentemente tranquila para los dos embates que le regaló la vida en menos de un año. Y habla sin resentimiento hacia quien, un día, jugó a ser Dios intercambiado las vidas de dos bebés. «¿Qué adelanto sabiendo quién hizo el cambio? ¿Vamos a arreglar los 20 años que han pasado?», pregunta, mientras su abogada reconoce que no emprenderán acciones penales. «Sí que nos gustaría que nos explicaran qué fue lo que pasó, pero esto es irreparable. Hay que asumirlo. Mínimamente mitigable, pero irreparable».
¿Tres millones de euros son compensación suficiente? «No quiero hablar de números. Solo quiero los resultados del ADN y que se preserve la intimidad de todos», dice el padre. Su letrada reconoce que «los daños no son cuantificables». «Es un drama en dos familias. Esto es impagable», completa Paco que solo sueña con alcanzar la verdad: «Siempre es lo más reconfortante».