‘King Kong’

EE.UU. 2005. Aventuras, fantástico. 187 m. Dir.: Peter Jackson. Con Naomi Watts, Adrien Brody, Jack Black. 22.00 FdF De las mejores adaptaciones de la vieja historia de Merian C. Cooper por el talento y la grandilocuencia escénica de su director, Peter Jackson (que tenía bien trabajada tras su adaptación de Tolkien), y por la relación pasional de la bella Naomi Watts con una bestia llena de furor, lírica y bruta dignidad: no hay color en lo romántico entre King Kong y su oponente masculino, Adrien Brody, ni tampoco en la ‘chispa’ (el bailecito en el lado helado de Central Park). Es una película excesiva, tanto en su metraje como en su espectacularidad y entretenimiento, y tan ardiente en lo visual (esas miradas del muñeco) como en lo digital, con el poder sugerente de la manaza y los dedazos de Kong.

La reunión de un director tan turbio como Verhoeven y de una actriz tan turbadora y esquinada como Isabell Huppert le otorgan un aliento cínico y amoral a esta historia de intriga, abusos sexuales y retorcida venganza. Entre lo trágico y lo cómico, entre lo patológico y lo perverso. Una obra extraña y difícil de ver y digerir.

Vidor se lanza a la homérica tarea de encuadrar al mayor Rogers y a su regimiento de Rangers de abrir un paso en las tierras vírgenes del norte de los Estados Unidos. La aventura y la naturaleza son espectaculares, también el peso de un actor como Spencer Tracy, y contiene todo ese líquido hoy detestable y fácil de malentender de lo militarista y xenófobo.

Con esa guapura que casi da rabia de aquel Costner y de Madeleine Stowe, al viejo Anthony Quinn, gran amigo de él y esposo de ella, además de tipo mafioso y peligroso, no le queda otra que la venganza. Las blanduras y los arrumacos no son el territorio del cine musculado de Toni Scott, y funciona algo mejor la película por su lado de lija dura.