Estado de alarma anticonstitucional
Que los estados de alarma promulgados por la coalición que nos desgobierna eran anticonstitucionales es algo sabido por cualquier ciudadano medianamente informado. La cuestión es, y ¿ahora qué? Todos esos derechos conculcados a la ciudadanía quedarán impunes sin más. Pero, y los responsables políticos de este Gobierno seguirán como si nada, porque dimitir no dimite nadie y responsabilidades penales parece que tampoco. Nos dirán que fue por la seguridad de los ciudadanos cuando tenemos de las tasas más altas de muertes por covid del mundo por número de habitantes. No me voy a parar a realizar un recuento de todas las barbaridades que soportamos durante estos inconstitucionales estados de alarma donde las actuaciones nunca estuvieron dirigidas por motivos técnicos sino políticos. Se está mandando un mensaje de refuerzo al Ejecutivo para que siga en su línea: saltándose a la torera las leyes sin repercusión alguna y forzando las instituciones garantes del Estado de Derecho, ése es un precedente de no retorno peligrosísimo.
Puede que recuerden un cartel que decía: «vuELve», con EL en mayúsculas, y EL era Pablo Iglesias. Podemos no insistió más en el mensaje porque tenía un descarado componente machista que Irene Montero no podía soportar. Así que, con la coleta cortada, ahora se ha producido el segundo retorno del primer líder de Podemos en el papel que eligió: ejercer «el periodismo crítico». A partir de este último fin de semana lo podemos leer como articulista y a partir de este último lunes lo podemos escuchar como tertuliano en la Cadena Ser. Como se podía esperar, nada de lo que ha escrito y nada de lo que ha dicho ha pasado desapercibido. Lo único que se le puede matizar en su definición es que, más que periodista crítico, es propagandista ideológico. Radicalmente ideológico. En sus primeros mensajes una cosa queda clara: que abandonó la aburrida Administración pública y se reencontró con su vocación primaria de agitador o de «activista político», como le llamó Pedro Sánchez. Si alguien quiere saber cómo piensa la izquierda más radical, ya no tiene que esperar las declaraciones de Yolanda Díaz ni de Ione Belarra, sino poner el