Madrileñomofobia o así
El regidor denuncia la nueva campaña de demonización de la capital, ahora a cuenta de la persecución de gais
No está confirmada la actuación del Coro de Voces LGTBI de Irene Montero en la manifestación convocada esta tarde en la Puerta del Sol, a la que, de celebrarse finalmente el aquelarre, podría aportar su gracia y donaire y contrarrestar el desabrimiento de la berrea de un colectivo (sic) que no se molesta en afinar y al que se le dispara la testosterona no binaria cuando grita lo de «Ayuso, fascista, estás en nuestra lista». El bulo malasañero del culo cosido por una manada de modistillas del Dos de Mayo no solo ha sido el resorte de la enésima campaña de odio lanzada contra la derecha, sino la prueba del nueve que las fuerzas de progreso buscaban para volver a hacer de Madrid, donde al pobre Jorge Javier le da miedo salir cuando termina su programa de rojos y maricones (sic), una ciudad que de bomba radiactiva puede pasar de un día para otro a paraíso fiscal, islas Caimán en el lago de la Casa de Campo, donde el ‘cruising, y más adelante a campo de exterminio nazi, ecosistema de manadas homófobas, orcos encapuchados y endemismos fachas. El alcalde de Madrid constata y confronta la causalidad y la casualidad de que el episodio sado-navajero del pasado domingo volviera a hacer de la capital el epicentro del mal –pandémico, tributario o persecutorio– que invoca la izquierda contra una ciudad-estado a la que no termina de cogerle el punto y contra la que de manera cíclica organiza unos programas de descrédito que no solo ridiculizan a sus promotores, sino que los alejan de unos votantes que tienen la suerte de ser vecinos de tan gótico y ajetreado averno.