Marlaska «detonó» la detención del Pollo para tapar el bulo de la agresión homófoba
La Policía sabía desde principios del verano dónde se ocultaba en Madrid
tear. Más nervios. Quizá se estaba fugando. ¿Tendría una habitación de pánico? ¿Estaría armado? ¿Astrid Carolina le había avisado ya?
El ariete tira la puerta –marco incluido– y la unidad de intervención se hace con el pasillo. Es un piso amplio, con varios dormitorios. Una puerta. «¡Nada!». Otra puerta. «¡Nada!». Y otra. «¡Nada!». La tensión estaba en el rellano. El «quiero prioridad» de un año y diez meses antes concentrado en sesenta segundos de espera en un grupo de hombres que no podía descartar que se les hubiese escurrido entre las manos. Última puerta: «¡Al suelo!». Sí. Ese hombre en chándal con gesto desolado era él. El poderoso Hugo Carvajal, que ante el estruendo, había echado a correr cuchillo en mano a la última habitación del piso. No blandió el arma ni opuso resistencia. Estuvo tranquilo y ya en comisaría, –primero fue trasladado a Canillas y después, a Moratalaz– dio algún detalle del periplo, como que en todo este tiempo no había visto a su familia, que llevaba ocho meses en ese piso –«ese fue mi gran error»–, admitió, y que antes había cambiado de escondrijo cada tres meses. Sin pisar la calle. «Ha vivido en una prisión autoimpuesta», señalan fuentes policiales. Ayer fue trasladado a los calabozos de la Audiencia Nacional y anoche ya pasó sus primeras horas en el módulo de funcionarios de la cárcel de Estremera.
Hugo Carvajal, exjefe de la Inteligencia chavista, ha sido moneda de cambio desde que pisó suelo español, en 2019, para buscar refugio y protección contra la agencia antidroga de EE.UU., la DEA. Su periplo en España se disipa tras la detención del pasado jueves, que, según fuentes de la Seguridad del Estado consultadas por ABC, fue «detonada» por el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, para que el amplio eco nacional e internacional de la detención contribuyera a eclipsar el «ridículo» que ha supuesto la utilización política de la agresión homófoba de Malasaña (Madrid) que resultó falsa.
Las fuentes consultadas aseveran que ya en junio Interior tenía «a tiro» al ‘Pollo’ Carvajal, sobre el que pesaba una orden de extradición a Estados Unidos desde noviembre de 2019. La DEA informó a la Policía Nacional de la zona exacta de Madrid en la que se ocultaba Hugo Carvajal y, entre otros datos, facilitó nombre, apellidos, teléfono móvil y vehículo de la ciudadana venezolana que lo ocultaba en un piso de la calle Torrelaguna. «Con esos datos podría haber sido detenido en cuestión de horas, simplemente con el teléfono y un seguimiento a la persona que lo protegía», sostienen fuentes de la Seguridad del Estado. «No se le quiso arrestar antes y entregarlo a Estados Unidos porque es una pieza de negociación clave a nivel nacional e internacional, con un volumen de información bárbaro con repercusiones políticas y económicas», añaden.
Así, el jueves, justo después del fiasco «épico» del ministro del Interior, que dejó también a Pedro Sánchez en evidencia por el uso partidista de la falsa agresión homófoba, Marlaska, cada vez más cuestionado y cuya dimisión ha vuelto a exigir la oposición, pidió el arresto del militar venezolano. La versión oficial no detalla por qué se han tardado tres meses en arrestarlo pese a la precisión de los datos disponibles, más allá de que usaba «disfraces». «Como fruto del referido intercambio de información operativa en el ámbito de la cooperación policial internacional (...) se tuvo conocimiento de un posible paradero, concretamente una urbanización de Madrid», dice la nota oficial.
La partida no acaba aquí
‘El Pollo’ Carvajal tiene vigente la orden de detención e ingreso en prisión para materializar la extradición acordada por el Pleno de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional y refrendada por el Consejo de Ministros en marzo de 2020, cuando ya había huido, aunque mantiene abierta una petición de asilo. Fuentes consultadas por este diario relatan que ahora comenzará una negociación entre Carvajal y Washington, para que el exjefe de los servicios de inteligencia de Hugo Chávez, reclamado por delitos de tráfico de drogas y armas, entregue la ingente documentación que tiene oculta. «No es un confidente más, es un general del ejército que lo sabía todo y cuya información servirá para la mesa de negociación sobre el futuro de Venezuela», sostienen fuentes conocedoras de estos hechos.
«Tiene información de Cuba y de los pagos que Chávez ordenó para extender la revolución bolivariana, entre ellos a líderes de Podemos, pero también sobre empresarios venezolanos afincados en España y que han realizado importantes inversiones aquí», añaden. «Controlaba la información cuando Caracas, con el barril de petróleo a 110 dólares, movió ingentes cantidades de dinero con fines más que turbios».
Por ello, Hugo Carvajal es una figura valiosa y, a la vez, incómoda. Cuando llegó a Madrid fue recibido en el aeropuerto por dos agentes del CNI «de alto rango, como merecía un confidente que era un general que había dirigido un servicio secreto». Pactó con el servicio secreto español protección a cambio de información y consiguió una gran victoria cuando la Sección Tercera de la sala de lo Penal de la Audiencia Nacional rechazó su entrega a Estados Unidos. Pero las presiones de Washington y las disputas en España fueron extraordinarias, y la Audiencia revocó la decisión y ordenó su captura. «Alguien» le alertó con el tiempo suficiente para fugarse, aunque permaneció en España.