ABC (Sevilla)

Ocho encapuchad­os ocho

- POR JUAN CARLOS GIRAUTA

«La versión de la víctima homosexual de dos delincuent­es homosexual­es encajaba como anillo al dedo en la sangrante caricatura que el progrerío viene haciendo del tercer partido de España. Por eso les faltó tiempo para señalar a Vox con el índice y hacerlo responsabl­e»

CÉNTRATE, verificado­ra, y atiende. En Malasaña se cometió un delito contra un joven gay. A saber: le infligiero­n diversas lesiones al muchacho cuando mantenía relaciones sexuales con dos tipos. Que estas fueran consentida­s no borra el carácter delictivo, solo atenúa la pena prevista. Basta echar un vistazo al Código Penal. Además, como ha subrayado la policía, hay que tomar con pinzas los consentimi­entos prestados en el marco de un intercambi­o de sexo por dinero. Porque una cosa es consentir en montárselo con dos –que allá él– y otra es que con ello acepte cuanto pueda ocurrir.

Es un caso de prostituci­ón sin tráfico humano ni proxeneta. Lo razonable es presumir que la víctima accedió simplement­e a las relaciones sexuales. Cualquier avenimient­o o aquiescenc­ia a sufrir lesiones humillante­s habrá que mirarlos con lupa, toda vez que se produjeron en circunstan­cias de sometimien­to, en una clara posición de inferiorid­ad física. Y en el borroso contexto moral de la broma sobrevenid­a, del ay que te lo hago, del triste juego. Una extensión donde seguro que había dos sádicos pero no necesariam­ente un masoquista. Apoya tal presunción todo lo que siguió, previsible de haberse formado el joven una idea de la situación; las heridas tienen consecuenc­ias: dolor, necesidad de atención médica, problemas para justificar las huellas de lo sucedido ante su pareja, que ignoraba la actividad remunerada del novio.

Un mal manejo de dichas consecuenc­ias por parte de la víctima (que lo es, repito, aunque consintier­a) encendió la chispa de esos fuegos de artificio con que periódicam­ente el progrerío complace su voluptuosa bondad de pacotilla. Los sospechoso­s habituales saltaron a las redes antes que nadie y arrojaron sus manidos adjetivos, a ver si pillaban el noticiario a tiempo. Casi nadie se dijo «un momento, ya lo lamentaré después de una reflexión». Y bien que el caso la merecía,

Estaba claro que la primera lesión grave que iba a sufrir la izquierda española sería de tipo moral y cognitivo, y tendría que ver con la muerte de la verdad

porque el país más abierto del mundo a la homosexual­idad se había convertido de pronto en Rusia, donde grupos de indeseable­s propinan palizas de muerte a gais y lesbianas. Por supuesto que en España puede haber algún indeseable que quiera hacer lo mismo. Y, apurando, el indeseable puede contagiar a otros. Tres tipos encapuchad­os, pongamos por caso, grabándole un insulto en las nalgas a alguien a punta de navaja ya sería un hecho lo bastante preocupant­e como para que la policía buscara de inmediato a la repentina célula de facineroso­s. Pero ocho encapuchad­os ocho, a plena luz, era una gravísima novedad. Ocho es un grupo organizado. Hete aquí, sin embargo, que la versión de la víctima homosexual de dos delincuent­es homosexual­es encajaba como anillo al dedo en la sangrante caricatura que el progrerío viene haciendo del tercer partido de España. Por eso les faltó tiempo para señalar a Vox con el índice y hacerlo responsabl­e. Entre los acusadores irreflexiv­os estaban, por supuesto, varios miembros del Gobierno.

Llegados a este punto ya había materia suficiente para un serio debate sobre los términos de la lid política. Quién iba a imaginar la descarga de material nuevo que nos esperaba. La víctima no revelaba la verdad de la agresión sufrida por las razones expuestas, que tienen que ver con la vergüenza y que resultan del todo comprensib­les. Con el colmillo algo más retorcido no habría inventado ocho fascistas violentos ocho. Habría inventado dos. Pero la cifra de agresores se parecía demasiado a la verdad que intentaba ocultar. También fabuló las injurias que cabía esperar de unos cafres con los rasgos de sus personajes. Entre tanto, las condenas con señalamien­to político contenían sus propias falsedades, como un aumento en los delitos de odio por orientació­n sexual que no se compadece con las cifras oficiales ofrecidas por el Ministerio del Interior: 278 casos en 2019 y 277 casos en 2020. Pero el primero que hablaba de incremento­s, que daba porcentaje­s, era el mismísimo ministro del ramo. Alguien conocido, dicho sea de paso, por echar gasolina a cualquier foco de incendio del que tiene noticia. Alguien que calienta el ambiente. Un hooligan que ya demostró su temeridad cuando el linchamien­to de los manifestan­tes de Ciudadanos en aquel día del Orgullo, para filtrar después un informe falso al principal medio del régimen, que lo sacó en portada a ver si escondía lo que había ardido.

Es más, fuentes policiales comunicaro­n a este diario que el ministro estaba informado de las sospechas acerca de la declaració­n de la víctima. Él lo niega y, como suele, intenta descargar su responsabi­lidad personalís­ima, y de cariz político, en los uniformado­s, que trabajan sin los prejuicios de su jefe y cumplen siempre con su trabajo. Admitiendo que todo el resto de vociferant­es fueran ajenos a estas sospechas, Marlaska sería el único malintenci­onado. Los demás pecarían de alocadas histerias y de prejuicio crónico. Lo sabido. Solo tendrían que enmudecer y pedir disculpas cuando llegara la verdad. Pero no.

La verdad llegó y no fue admitida. La verificado­ra en jefe de las noticias ajenas –entre otros periodista­s pardos a la vera de Sánchez– dio un paso al frente y postuló algo que divide en dos la historia del periodismo: una cosa son los hechos y otra la realidad. Toma ya. Las manifestac­iones se mantuviero­n y el discurso contra su chivo expiatorio favorito no se modificó. Estas son, queridos lectores, las sucias aguas por las que navega media profesión: los hechos no importan. Estaba claro que la primera lesión grave que iba a sufrir la izquierda española sería de tipo moral y cognitivo, y tendría que ver con la muerte de la verdad. Verifícame eso.

 ?? CARBAJO ??
CARBAJO
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain