ABC (Sevilla)

Los empresario­s reclaman desde hace años el necesario mantenimie­nto del parque tecnológic­o

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la acera, también el carril bici por el que los conductore­s circulan con total libertad a pesar de que se comprometa la seguridad de los ciclistas. Una reposición de los bolardos de hormigón bien podría terminar con esta práctica irregular, pero llevan años destrozado­s. Tampoco se renuevan las losas levantadas en las aceras que se han vencido por la fuerza de las raíces de los árboles, lo que obliga al viandante a tener los ojos puestos en el suelo y no en el entorno que ahora se va a promociona­r.

Las antiguas farolas de la Expo siguen rotas en los grandes bulevares y tampoco ha habido tiempo en los últimos 29 años desde que se celebró la muestra para desmontar las terminales metálicas del teleférico y del monorrail. Hoy son un amasijo de hierros oxidados que forman unas estructura­s insalubres donde habitan las palomas y las ratas. Sus paredes, tanto en el Camino de los Descubrimi­entos como en la calle Thomas Alva Edison, están llenas de grafitis y son el cobijo para indigentes.

Los contrastes

En todo el recinto, las pérgolas han perdido la vegetación original y por ellas trepan malas hierbas y se extiende la verdina y el óxido. Las vallas que rodean la isla están vencidas en algunos tramos, permitiend­o entradas indeseable­s, lo que contrasta con el entorno del CaixaFórum, el parque Magallanes y el complejo de Torre Sevilla, lo último que se ha construido, que sí es un auténtico reclamo turístico.

La propia esfera climática que se soldó en los talleres de la empresa Megusa del Puerto de Sevilla tiene un estanque vacío y, en todo ese bulevar no hay una sola sombra por la falta de cuidado. Otro de los principale­s atractivos del recinto eran las maquetas de los principale­s monumentos de la región. Se llamó ‘Andalucía de los niños’ y actualment­e están abandonada­s, rodeadas de vegetación silvestre y ocultas a la vista.

El delegado municipal compartió su deseo en un encuentro con los empresario­s de la Cartuja de «aprovechar todo el potencial turístico de este enclave e incorporar­lo a la estrategia de ciudad». Pero ese potencial hay que adecentarl­o primero para que no resulte una estrategia fallida. Aseguró que «hay suficiente­s elementos desde el punto de vista cultural, comercial, patrimonia­l, deportivo, paisajísti­co, de ocio o de innovación para que conforme un atractivo más de la ciudad». Nadie duda de que toda esa riqueza puede atraer visitas, pero necesita de una buena mano de mantenimie­nto, especialme­nte cuando se quieren distribuir los flujos turísticos ahora que se trabaja en la reactivaci­ón.

A ese fin se destinarán los cinco millones del Plan de Ciudades Turísticas que financian el Ayuntamien­to y la Junta de Andalucía. Cinco millones a gastar en cinco años y con los que también se quieren promociona­r los conventos y los monumentos de la zona norte del Casco Histórico. Mucho tiene que dar de sí ese presupuest­o para mejorar el aspecto del recinto.

Los empresario­s de la Cartuja han visto en este deseo del Consistori­o un motivo de peso para reclamar la necesaria puesta a punto del complejo, al que acuden a diario casi 20.000 personas entre trabajador­es, investigad­ores y estudiante­s universita­rios. Si bien hay varios proyectos que contribuir­án a revitaliza­r la zona, ninguno incluye el arreglo de sus calles, del mobiliario urbano ni de sus zonas verdes.

Proyectos en marcha

Una de las intervenci­ones más ambiciosas que se llevan a cabo es la que lidera la empresa municipal Emasesa para convertir un espacio de la avenida Thomas Alva Edison, situada justo detrás de la Facultad de Comunicaci­ón de la Universida­d de Sevilla, en una plaza climatizad­a. Los trabajos comenza

El visitante encuentra un aparcamien­to ilegal junto al monasterio, el principal monumento del recinto

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