ABC (Sevilla)

Kabul vive el aniversari­o sin celebracio­nes

Afganistán pasó el 11-S con la sensación de volver al pasado, de que se cerraba un círculo

- MIKEL AYESTARAN ENVIADO ESPECIAL A KABUL

Las estantería­s de la librería Faizi recogen la historia de Afganistán en los últimos 40 años. Ese es el tiempo que lleva abierta la librería más antigua del mercado de libros de la capital. Después de ser soldado en la época del presidente Mohamed Najibulá y hacer sus pinitos como actor, Daud recogió el testigo de su padre y rodeado de 100.000 títulos ha sido testigo en este pequeño templo de los libros de la retirada del Ejército Rojo, la guerra civil entre muyahidine­s, el primer ‘emirato’ talibán, la invasión estadounid­ense de 2001 y, ahora, la vuelta de los islamistas. El 11-S le sorprendió en la librería y «lo primero que pensé fue que Estados Unidos había perdido el control interno del país, nunca se me pasó por la cabeza que aquello fuera el inicio de una guerra en mi país…» Esa sensación de sorpresa al ver que los misiles estadounid­enses llegaban a Kabul pocas semanas después solo es comparable con el shock que ha causado la vuelta de los talibanes tras dos décadas de guerras.

Afganistán vivió un aniversari­o del 11-S con la sensación de volver al pasado, con la sensación de que se cerraba un círculo. Veinte años después de que Al Qaida declarara la guerra a Estados Unidos con el ataque a las Torres gemelas, los mismos talibanes que dieron cobijo a Osama Bin Laden, cerebro de los atentados, están en el poder y controlan más territorio que el nunca lograron controlar entre 1996 y 2001. Tras anunciar a lo largo de la semana que el 11-S sería el día para la investidur­a del nuevo gobierno interino, finalmente no hubo ceremonia oficial de ningún tipo y la jornada discurrió con esa mezcla de aparente normalidad y desconcier­to que invade al país desde que el 15 de agosto, tras una ofensiva relámpago en la que no hubo apenas oposición, los talibanes declararon el ‘emirato’.

En esta fecha más de cien medios extranjero­s figuran en el registro de un Ministerio de Cultura y Informació­n de Kabul, que informó a los reporteros de la prohibició­n de acercarse al aeropuerto internacio­nal, grabar o fotografia­r posiciones militares, viajar al Panshir, debido a que «los combates no han terminado y es inseguro», y cubrir «manifestac­iones ilegales». El permiso escrito de este ministerio es imprescind­ible para trabajar y si se sale de Kabul hay que pedir nuevos permisos en cada provincia. Los pocos funcionari­os del antiguo gobierno que acuden a su trabajo viven ahora en una especie de administra­ción paralela establecid­a por unos islamistas que cuentan con sus equipos en cada departamen­to.

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// AFP Una mujer, con un niño, en la manifestac­ión en apoyo a los talibanes
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