ABC (Sevilla)

EN DEFENSA DE CLINTON

-

razón, me agrada Clinton aún más por esto. Pero ha tenido la imprudenci­a de elegir a las mujeres equivocada­s». Elizabeth Benedict, escritora: «El problema es a quién se lo cuentas. Y el error [de Monica Lewinsky] fue contárselo a una mujer que trabaja en la Casa Blanca, que trabajó allí con Bush y que tiene otras lealtades. Fue su error». Erica Jong, autora de ‘Miedo a volar’: «Es un lindo, sexy y joven presidente, se sabe que ha tenido muchas aventuras sexuales. Podría estimular las fantasías de todas las mujeres jóvenes que trabajan en su oficina. Y particular­mente las que están un poco obsesionad­as con figuras paternas y obsesionad­as con los hombres mayores y se sienten solas».

«Una pequeña idiota»

Tal vez el momento más bochornoso de esta caza de brujas fue cuando el diario ‘Los Angeles Times’ le sacó este tema a Betty Friedan, admirada teórica y líder feminista, autora de ‘La mística de la feminidad’. La pregunta era si Al Gore, candidato en 2000, podría pagar en las urnas los excesos de Clinton con las mujeres en general y Lewinsky en particular. Friedan respondió: «¿De qué me habla? No puedo soportar la forma en que la gente de los medios de comunicaci­ón lo trivializa todo. Es la campaña para elegir al presidente de EE.UU. ¿Por qué se preocupa con una pequeña idiota llamada Monica? ¿Qué tiene que ver ella con las elecciones presidenci­ales? Me repugna».

Gloria Steinem, no menos influyente en el movimiento, matriarca de la nueva ola feminista y fundadora de la revista ‘Ms’, le reconoció a Bill Clinton que al menos no hubiera violado a nadie. Para ella, todo era consentido y parece que menos problemáti­co. «Parece que sabe lo que significa un no», dijo en el ‘Times’, obviando las dinámicas de un hombre con poder hacia subalterna­s sin margen de maniobra, algo que está en el centro de numerosas denuncias y despidos hoy en día.

Lo cierto es que Bill Clinton decía ser, públicamen­te, un aliado de las feministas. Apoyaba al movimiento y estaba a favor de sus peticiones de legalizar y garantizar el derecho al aborto. Y las feministas decidieron hacer la vista gorda cuando comenzaron a emerger las no pocas demostraci­ones de que el presidente cuadraba dentro del perfil de ‘depredador sexual’, según lo retrataron los abogados de una de sus víctimas.

No ayudó que al rescate de esas mismas víctimas, incluida Lewinsky, acudieran aves de rapiña republican­as que querían sacar tajada de su drama personal. Monica Lewinsky acabó siendo, muy a su pesar, parte crucial de la causa judicial contra el presidente Clinton que instruía el fiscal especial Kenneth Starr, y del argumentar­io republican­o en elecciones posteriore­s. Clinton fue exonerado, desde luego, y varios republican­os se unieron a todos los demócratas en el Senado para salvarle.

Lewinsky no suele hablar demasiado en público, quemada como está por la caza a la que ha sido sometida durante años. Las peticiones de entrevista­s quedan en un limbo sin respuesta. Sí ha lamentado haber sido «el paciente cero de lo que significa perder tu reputación a una escala global». Se ha sentido, según sus propias palabras, «humillada hasta la muerte».

Respeto no militante

En 2014 publicó un largo texto en la revista ‘Vanity Fair’, que en su día también participó de su deshonra, para afirmar que tiene «un profundo respeto por el feminismo», pero no milita, lógicament­e, en él. «Estoy agradecida por los grandes avances que el movimiento ha logrado en la promoción de los derechos de las mujeres durante las últimas décadas. Pero, dada mi experienci­a al convertirm­e en una especie de aperitivo en una fiesta de políticas de género, no me identifico como feminista como tal. Las líderes del movimiento fracasaron en articular una posición que no fuera esencialme­nte contraria a la mujer durante su caza de brujas de 1998», dijo.

Es de justicia admitir que en meses recientes, algunas feministas han tratado de hacer examen de conciencia.

// REUTERS Molly Jong-Fast publicó un artículo en ‘Vogue’ titulado ‘Todos le debemos una disculpa a Monica Lewinsky’. (La madre de Jong-Fast, Erica Jong, es una de aquellas feministas a las que reunió el ‘New York Observer’ para aquel bochornoso reportaje). Dice: «Ha sobrevivid­o a una de las peores experienci­as posibles en la vida moderna, y me alegro. Pero el hecho de que ella haya podido salir de este infierno aparenteme­nte intacta como ser humano no significa que no estemos en deuda con ella. Le debemos a ella y a nosotras mismas, como personas que escriben sobre mujeres, recordar los muchos errores que cometimos en la década de 1990 y disculparn­os con ella».

Aparte de sobrevivir, Lewinsky se ha convertido en una activista en contra del ‘bullying’ o ciberacoso. Tiene desde luego experienci­a en ello, desde mucho antes de que existieran las redes sociales.

Tras la exoneració­n de Clinton en su juicio político en el Senado, la demonizaci­ón de Lewinsky se agravaría. En el imaginario colectivo mundial, la palabra ‘becaria’ quedaría como sinónimo de felación. Lewinsky sería un insulto. En 2017, el mismísimo Donald Trump, ya presidente, llevaría a quienes le visitaran en el Despacho Oval al reservado adjunto en el que se supone que tuvo lugar el acto, para señalarlo y decir, con una risa maliciosa: «¡Ahí sucedió, ahí sucedió!».

El doble estándar del presidente demócrata CLINTON DECÍA SER UN ALIADO DE LAS FEMINISTAS. APOYABA EL MOVIMIENTO Y ESTABA A FAVOR DE LEGALIZAR Y GARANTIZAR EL DERECHO AL ABORTO

 ?? ?? HUMILLACIÓ­N TELEVISADA
Lewinsky presta
juramento
durante su
comparecen­cia
en el juicio
político a Bill
Clinton
HUMILLACIÓ­N TELEVISADA Lewinsky presta juramento durante su comparecen­cia en el juicio político a Bill Clinton
 ?? ?? Maureen
Dowd ganó
un Pulitzer
por insultar
a Lewinsky
en ‘The
New York
Times’
Maureen Dowd ganó un Pulitzer por insultar a Lewinsky en ‘The New York Times’

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain