Jesús Sánchez Adalid
«En los momentos más oscuros de la historia siempre salen hombres armados de luz»
tenía angustia y necesidad de venganza cuando él muere. Se sintieron atacados por un lado y abandonados por los francos, así surge la alianza entre condes catalanes, de forma natural, para hacerse fuertes. Se marcharon a Córdoba para robar oro y llevárselo a sus tierras, que allí sigue y se puede visitar. Querían, ya digo, vengarse después de todo lo que habían padecido. Y ahí es donde nace Oliba, el hijo de los condes de Cerdanya y Besalú, que renuncia a su herencia para hacerse monje en el año 1002. Ese es nuestro hombre de luz».
La sensatez
«Revestíos de las armas de la luz», de esa frase extraída de una carta de San Pablo parte la idea de fondo que se perfila en la novela. «Los contextos de guerra traen luz. O deberían. Desaparecen las tierras de cultivo, se abandonan los rebaños, hay sufrimiento generalizado, muerte... Y esos momentos de oscuridad hacen que germinen hombres que se arman con la luz, que no es más que el entendimiento de la necesidad de una concordia. Eso fue lo que inició nuestro protagonista, que desembocará en las Asambleas de Tregua y Paz, que nombre tan bonito, por cierto, y necesario en el tiempo que estamos viviendo. Tenemos hombres como el Papa Francisco que lo están intentando. Acaba de sacar una encíclica llamada ‘Fratelli tutti’, que significa ‘Todos hermanos’. Todo lo que no sea eso es terrible. En España estamos enormemente divididos. Basta ya. Necesitamos más hombres armados por la luz, por la sensatez».
El caldo de cultivo del fanatismo se manifiesta cada día, o cada minuto, mejor, a través de las redes sociales. «Esa división de la que hablo, que está de moda, llega en redes al extremo. Se cuece entre amigos y conocidos, que por ahí sienten el valor para insultarse y descalificarse. Las redes son una representación perfecta de la insensatez. De lo que abunda y de lo que nos tenemos que desprender».
Lector voraz
De niño, Jesús Sánchez Adalid comenzó a coquetear en la biblioteca de sus padres con el conocimiento forrado de diversión. Primero con los cómics: ‘Mortadelo y Filemón’, ‘El Jabato’, ‘Capitán Trueno’... Después, con las novelas de aventuras de las colecciones de Bruguera, clásicos, autores rusos y un sinfín de corrientes, estéticas y escuelas que fueron poco a poco cayendo en sus manos. «Podría decir muchos títulos que me impactaron y que me han acompañado hasta hoy. Miguel Delibes fue muy significativo y toda la generación del 98, la parte más costumbrista. También fue muy bonito para mí que mi primera novela se publicara con Ediciones B, la continuación de Bruguera, con la que tantas horas he pasado». Ee joven ni siquiera imaginaba lo que aquellas páginas le depararían. Tampoco lo supo de adolescente ni al comienzo de su madurez. La luz, que se despierta sin avisar previamente. Que siempre parece posible.