En Getafe fue el único partido que, empezando con mal pie, acabó logrando el triunfo con un gol en el descuento
porque su rival se ha adelantado en el marcador aprovechando esa poca autoridad en el juego de los sevillistas.
Haciendo un repaso, el Sevilla ha sido claramente dominador desde el inicio en los partidos ante el Rayo Vallecano, Valencia y Espanyol, duelos que acabaron con triunfos consolidados de los de Lopetegui. De hecho, ante el Rayo aprovechó la superioridad numérica de la expulsión temprana de Luca Zidane; ante el Valencia salió en tromba y se llevó por delante al errático equipo de Bordalás y con los catalanes supo ponerse por delante y acabar cerrando el triunfo con el 2-0 cuando tenía a un jugador menos en el campo por la expulsión de Delaney.
En el resto de los partidos, incluso alguno en el que sacó un triunfo final, no salió el Sevilla como un equipo con el cartel de favorito que tiene ante la gran mayoría de sus rivales, con autoridad a por la victoria. Da la sensación en muchas ocasiones que la idea inicial es que no pase mucho para intentar matar los partidos en una recta final electrica y merced a la inspiración de algún jugador de calidad. En Getafe, por ejemplo, se impuso en el minuto 94 tras no cuajar un buen primer tiempo y sí hacer una buena recta final con el tanto decisivo de Lamela. Algo semejante
No le ha ido mal al donostiarra con su estrategia. Y mucho mejor a buena parte de sus jugadores, a los que las órdenes del de Asteasu le ofrecen una coartada perfecta para mantener su estatus. ¿Para qué ser imaginativo, exponerse al fallo, correr riesgos defensivos, mostrar su mal momento, desgastarse físicamente, si la principal preocupación del banquillo es que el rival corra mucho tras el balón y lo disponga poco? ¿Intentar un regate o una pared al borde del área contraria o disparar a puerta cuando lo que se valora es echarla para atrás en cadena hasta que acabe de nuevo en Bono? le ocurrió en Elche, donde el tanto de Roco puso cuesta arriba un partido que En-Nesyri igualó antes del descanso y en cuyo segundo acto las ocasiones fueron para los de Lopetegui, sin premio final de la victoria. En el debut en la Liga de Campeones ante el Salzburgo los austríacos incluso dispusieron de tres penaltis para haber dejado el partido muy cuesta arriba, pero el 0-1 lo acabó igualando Rakitic antes del descanso para, con uno menos por la expulsión de En-Nesyri, realizar una correcta segunda mitad y salvar un punto. Guión
Si se gana, todo vale. Los puntos solapan lo que hubo de impresentable. Pero si se pierde, sólo queda tomarle el pelo al aficionado esgrimiendo a modo de excusa ese par de magras ocasiones falladas y alguna metedura de pata arbitral, que nunca falta. No hay más a lo que agarrarse.
El partido en Granada vino a demostrar que hay profesionales a los que se le está regalando la continuidad y otros a los que no se le da bola pese a que, en el peor de los casos, está por ver que lo harían igual de mal que los protegidos por el entrenador. Pero, sobre todo, evidenció que al técnico también hay que pedirle que evolucione, que se adapte a las cualidades del plantel, que trabaje igual de bien lo de atrás que lo de delante, que obligue a sus jugadores a abandonar la zona de confort en la que muchos andan instalados.
El partido en Granada vino a
demostrar que hay profesionales a los que se le está
regalando la continuidad