La trastienda
Los papeles de Manglano nos conceden una ocasión única para zambullirnos en la rebotica de nuestra
Historia más reciente
No importa si se trata de una obra maestra o de un telefilm grasiento destinado a cubrir ese hueco vespertino de la programación que sirve para el fluir de la siesta. Cuando añaden lo de «basado en hechos reales», el espectador suele permanecer enganchado porque ese plus más o menos auténtico alimenta la curiosidad, el deseo de beber gotas verídicas pues así, de algún modo, escapamos por unos instantes de nuestras existencias morigeradas, plagadas de bendita rutina.
Los papeles de aquel jefe de los espías, Manglano, nos conceden una ocasión única para zambullirnos en la rebotica de nuestra Historia más reciente y eso supone un castañazo en plena mandíbula al que jamás renunciaríamos porque estallidos tan jugosos no suelen irrumpir. Con el archivo inédito pescado por Juan Fernández-Miranda y Javier Chicote (enhorabuena) superamos el universo de James Bond preñado de artilugios de parque de atracciones, el tono brumoso de las novelas de Graham Greene o John le Carré, para disfrutar de un cofre de monedas doradas que se palpan y se huelen, que se miran desde el éxtasis con el cual Long John Silver contemplaba engolosinado su mapa del tesoro. Derribar los muros blindados que protegen los secretos colma nuestras aspiraciones de conocer aquellas verdades que nunca yacen a nuestro alcance. Por fin mutaremos en viejas de visillo de primera división, en cotillas de altos vuelos, en amantes de lo prohibido, en ciudadanos de una pieza que pisan la cara oculta de la luna y ese otro páramo que podemos intuir pero jamás descubrir. Por una vez la trama del guión se expone sin los trucos que nos marean. El frondoso archivo donde se ocultan las sorpresas que irrigan el universo alternativo del Poder me suena, qué quieren, al desnudo integral de la Cantudo cuando el abrasivo escándalo de ‘La trastienda’ durante la Transición, pero en mil veces mejor. Vamos a gozar y siento ganas de zapatear como Walter Huston cuando encuentra el filón de oro en ‘El tesoro de sierra madre’.