Relaciones con EE.UU.
«Kissinger me ha dicho que no me fíe de la izquierda, que me dará la espalda». A tenor de las notas, en la conversación entre el Rey y el recién nombrado jefe de la inteligencia española se debió de abordar un asunto que preocupaba a Manglano y sobre el que iba a poner todo su empeño en los años sucesivos: las relaciones con servicios de otros países, y en particular con la CIA. En este sentido, el Rey le dio otra clave: «Le he dicho a Kissinger que le diga a (Ronald) Reagan que busque un procedimiento para informar». Con el tiempo, y con la ayuda de ese mensaje del Rey al presidente de Estados Unidos desde enero de 1981, Manglano no solo estableció una relación de igual a igual con la CIA, sino que fue recibido en distintas ocasiones en su sede central, en Langley (Virginia).
La legalización del PCE
En el ámbito interno, Don Juan Carlos ofrece a Manglano algunas claves sobre los problemas surgidos en España como consecuencia de la legalización del Partido Comunista, que se produjo en el ‘Sábado Santo rojo’ de abril de 1977 y que propició un enorme malestar en ámbitos militares, como demostró no sólo el golpe del 23-F sino el incesante ruido de sables antes y después de la asonada. «Ceaucescu me sujetó durante un año al PC», le dijo el Rey al jefe de la inteligencia sobre el presidente de la República de Rumanía entre 1974 y 1989; y añadió: «No puedo decirlo».
En las vísperas de esa primera audiencia del 27 de mayo de 1981, el ministro de Defensa hizo tres encargos a Manglano, según consta en sus agendas: modernizar el Cesid, controlar el terrorismo y apaciguar los movimientos involucionistas. En este sentido, Don Juan Carlos confesó a Manglano un lamento que puede estar en el origen de ese malestar: «Nadie le ha explicado al Ejército lo que es la Corona». Por ello, le dio una indicación que Manglano anotó: «En el Ejército hay que hacer cosas (sencillas): nuevo despliegue, capitanías generales...». En resumen, concluyó el Rey a su interlocutor dos meses después del golpe del 23 de febrero: «Hay que respetar las instituciones».
EL JEFE DE LOS ESPÍAS
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