«Me conformaría con que el Gobierno no entorpeciera la acción judicial»
El eurodiputado cree que Sánchez no ha sido convincente en Europa y que ha dado alas a la defensa de Puigdemont
Veinticuatro horas después de la decisión de la Corte de Apelación de Sassari (Cerdeña) de dejar en libertad al expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont, ABC habla con el artífice de la reforma de la euroorden que se ha propuesto ante la Comisión Europea para reforzar un principio de cooperación internacional que, al menos en el caso de este prófugo, es difícil ver.
—¿Cómo es posible que Puigdemont lleve cuatro años deambulando por Europa y no se haya conseguido todavía su entrega?
—Aquí hay que diferenciar dos cuestiones: una es la de los delitos que se le atribuyen a Puigdemont, que no están siendo objeto de consideración ni por la Justicia italiana ni la belga, y otra es la cuestión que está enmarañando todo este tema, que es la inmunidad. La inmunidad es una cuestión procesal que no se deriva de los problemas que pueda tener la euroorden.
—¿Están fallando los mecanismos de cooperación internacional?
—Lo que ha habido es una decisión confusa del Tribunal de Justicia de la UE que ha permitido una interpretación absolutamente abusiva de lo que representa la inmunidad. No se puede sostener que alguien cuya inmunidad ha sido levantada por el Parlamento Europeo pueda actuar y moverse como si esa decisión no existiera.
—La Corte italiana le permite desplazarse por todo el territorio de la UE...
—Porque el Tribunal General de la UE hizo consideraciones a las que algunos se están agarrando para sostener una inmunidad prácticamente plena de los fugados. La situación es la que sostiene el juez Llarena: la inmunidad de Puigdemont se refiere exclusivamente al desplazamiento a sedes parlamentarias y eso no impide en absoluto la adopción de medidas cautelares, que es lo que se pedía a la Justicia italiana. Pero el tribunal no ha querido afrontar este asunto y ha utilizado la cuestión prejudicial como una forma de eludir una decisión sobre el fondo que probablemente le habría resultado incómoda.
—¿Cree que esta decisión supone un nuevo varapalo para España?
—No, yo creo que es una contrariedad. No es un varapalo en el sentido de que no afecta a las cuestiones de fondo. El debate judicial está planteado en torno a una cuestión muy concreta, que es la inmunidad de Puigdemont. Los argumentos esgrimidos por la Justicia española siguen intactos.
—La actuación de Bélgica está dejando mucho que desear. Ya lo habíamos visto en el caso de etarras. ¿Hasta qué punto un Estado puede entrar en cuestiones de fondo del país que reclama?
—Hasta ninguno, precisamente es parte de la cuestión prejudicial el hecho de que Bélgica pueda entrar a valorar o cuestionar la competencia del Tribunal Supremo. Con la euroorden se ha producido una situación que por fin la Comisión (Europea) ha corregido y es que, al trasponer cada Estado la decisión marco de la euroorden, claramente se han desviado de lo que esta contenía. Por ejemplo, supuestos en los que la entrega era potestativa se han convertido en algunos casos en una denegación obligatoria. En el caso de Bélgica esta desviación es particularmente evidente. La actitud de los tribunales belgas no es compatible con un espíritu de cooperación.
—¿Por qué la respuesta que dé el TJUE a la cuestión prejudicial de Llarena es tan determinante?
—Porque es una forma de unificar y de corregir las interpretaciones que los tribunales están haciendo de la euroorden. El TJUE se ha pronunciado ya en otras ocasiones sobre algunos aspectos de la aplicación de la euroorden y toda su doctrina es muy exigente sobre la obligación de entrega. Además, ha puesto coto a los excesos y abusos de algunos tribunales y sistemas judiciales europeos que, para evitar la entrega, alegan razones de derechos humanos, de competencia... Creo que va a ser un apoyo importante en la cuestión de fondo, porque una vez que establezca doctrina sobre los puntos concretos que Llarena le ha planteado, los tribunales belgas tendrán que seguirla.
La suspensión de la entrega «La Corte italiana ha utilizado la cuestión prejudicial como una forma de eludir una decisión incómoda»
El camino a seguir
«Una vez que el TJUE establezca doctrina sobre los puntos planteados por Llarena, Bélgica tendrá que seguirla»
—Alemania, Bélgica, ahora Italia... ¿Cree que en las decisiones de los distintos países puede estar influyendo la red diplomática del Gobierno? ¿Se podría hacer algo más?
—Se podría y se debería hacer algo más... Incluso, a veces simplemente con el silencio. No pido ni siquiera que el Gobierno colabore activamente en algo que al parecer políticamente le vendría mal en este momento. Me conformaría con que no hayamos tenido un vicepresidente del Gobierno que dijo que los fugados son presos políticos o que el propio presidente del Gobierno no defina las sentencias del Tribunal Supremo como actos de venganza que hay que superar. Bastaría con que no entorpeciera con estas declaraciones, y con posiciones tan sorprendentes como la de la Abogacía del Estado, la acción judicial. Hay que pensar lo que supone que ante un tribunal se plantee, por un lado, un escrito de la Abogacía diciendo que la euroorden está suspendida y que no se les va a detener, mientras que el órgano competente, el Supremo, dice que no, que la orden sigue viva y que, a pesar de la inmunidad residual que pueda tener Puigdemont, las medidas cautelares que contiene la euroorden se pueden aplicar. Esto no ayuda a que España pueda mostrar una posición lo suficientemente convincente y ofrece una salida muy fácil a aquellos que, como la Justicia italiana, tienen reticencias a entrar en este asunto.
—¿Veremos a Puigdemont sentado en el banquillo del Supremo?
—Sí, estoy convencido de que responderá por sus actos. Tenemos un sistema judicial que va a persistir en que estas personas sean entregadas.