Facebook se tambalea en su semana más negra
∑El apagón de la compañía llega tras la filtración de documentos internos y una demanda antimonopolio ∑La tormenta de problemas supone un impulso a una mayor regulación de la empresa y otras tecnológicas
Durante casi seis horas del lunes, buena parte del mundo se metió en la máquina del tiempo, de vuelta a la época en la que no había Facebook, Instagram, ni WhatsApp. Para muchos, un drama. Para otros, una liberación. Una constatación, para todos, de la centralidad del imperio de Facebook –las tres redes sociales forman parte del gigante tecnológico– en todo el mundo y que coincide con una catarata de problemas para la compañía: la culminación de revelaciones de documentos internos sobre los efectos perniciosos de sus redes sociales que Facebook ha buscado ocultar, la aparición pública y comparecencia en el Congreso de la ejecutiva que filtró esos secretos, la renovación de una demanda antimonopolio por parte de las autoridades de EE.UU. o la voluntad de la Unión Europea de imponer restricciones a la compañía.
El apagón de Facebook permitió comprobar cómo sus tres principales redes sociales se enredan como la hiedra en nuestras vidas. En España, WhatsApp es el sistema de comunicación más extendido, y todavía lo es más en países superpoblados como India o Brasil, con cientos de millones de usuarios que dependen del servicio para mucho más que compartir el último ‘meme’ con amigos. Hay regiones en el mundo en desarrollo donde WhatsApp es, ‘de facto’, un servicio público: se utiliza para comunicación pública, citas médicas, cierre de transacciones… Lo mismo ocurre con Facebook, del que dependen cientos de millones de negocios para vender sus productos, y que en algunos países es el principal canal de comunicación de los gobiernos con la población, incluso para la gestión de emergencias. Y también con Instagram, que es mucho más que un desfile de jóvenes poniendo morritos, y de la que dependen infinidad de empresas para su negocio.
La medida de la penetración de Facebook la ofrece la propia compañía: según sus datos, 2.760 millones de personas en todo el mundo usan diariamente al menos una de sus redes sociales.
La compañía no ha explicado con detalle el porqué de la caída de sus plataformas. «Nuestros equipos de ingeniería han descubierto que algunos cambios en la configuración de los ‘routers’ de la red central que coordinan el tráfico entre nuestros centros de datos provocaron problemas que interrumpieron esta comunicación», aseguró en un comunicado Santosh Janardhan, vicepresidente de infraestructuras de Facebook. La mayoría de expertos de seguridad apuntaron a problemas con el Sistema de Nombres de Dominios (DNS, en sus siglas en inglés), algo así como el ‘listín telefónico’ de Internet, las direcciones en la red de sus plataformas y su capacidad de navegar hasta ellas. Pero eso es más el síntoma que la causa, todavía desconocida, y que ha causado una caída de sistemas de un tamaño desconocido hasta ahora.
El apagón ha retratado por un instante al todopoderoso Facebook como un gigante con pies de barro y redobla las críticas por su posición de dominancia en aspectos vitales para la comunicación y los negocios: si Facebook es frágil, el impacto de su fragilidad es mucho más peligroso si es un monopolio. Precisamente, la caída de sus redes sociales se produjo el mismo día en que
Unos 2.760 millones de personas en todo el mundo usan de forma diaria o WhatsApps, o Instagram, o Facebook.
Facebook instó a un tribunal federal a que desestimara por segunda vez una demanda sobre competencia interpuesta por la Comisión Federal de Comercio (FTC), el regulador del sector en EE.UU.
La FTC ha emprendido una batalla fenomenal contra Facebook, en la que acusa a la compañía de formar un monopolio. La primera demanda fue desestimada por el tribunal, que exigió más evidencias de prácticas monopolísticas.
A golpe de talonario
El regulador volvió a la carga a mediados de agosto, con un escrito mejorado y ampliado. A grandes rasgos, la FTC acusa a Facebook de comprar o derribar competidores para mantener su posición de dominancia. El momento clave fue a comienzos de la pasada década, cuando las redes sociales migraron con fuerza al entorno móvil, y Facebook empezó a verse sobrepasado en ese campo. A golpe de talonario, compró Instagram en 2012 y WhatsApp en 2014. A otras compañías que empezaban a despuntar, como Circle o
Vine, las amordazó con restricciones relacionadas con su interacción con los servicios de Facebook.
«Facebook se impuso a la competencia no con una mejora de su propio producto, sino con la imposi