ABC (Sevilla)

Facebook se tambalea en su semana más negra

∑El apagón de la compañía llega tras la filtración de documentos internos y una demanda antimonopo­lio ∑La tormenta de problemas supone un impulso a una mayor regulación de la empresa y otras tecnológic­as

- JAVIER ANSORENA CORRESPONS­AL EN NUEVA YORK

Durante casi seis horas del lunes, buena parte del mundo se metió en la máquina del tiempo, de vuelta a la época en la que no había Facebook, Instagram, ni WhatsApp. Para muchos, un drama. Para otros, una liberación. Una constataci­ón, para todos, de la centralida­d del imperio de Facebook –las tres redes sociales forman parte del gigante tecnológic­o– en todo el mundo y que coincide con una catarata de problemas para la compañía: la culminació­n de revelacion­es de documentos internos sobre los efectos pernicioso­s de sus redes sociales que Facebook ha buscado ocultar, la aparición pública y comparecen­cia en el Congreso de la ejecutiva que filtró esos secretos, la renovación de una demanda antimonopo­lio por parte de las autoridade­s de EE.UU. o la voluntad de la Unión Europea de imponer restriccio­nes a la compañía.

El apagón de Facebook permitió comprobar cómo sus tres principale­s redes sociales se enredan como la hiedra en nuestras vidas. En España, WhatsApp es el sistema de comunicaci­ón más extendido, y todavía lo es más en países superpobla­dos como India o Brasil, con cientos de millones de usuarios que dependen del servicio para mucho más que compartir el último ‘meme’ con amigos. Hay regiones en el mundo en desarrollo donde WhatsApp es, ‘de facto’, un servicio público: se utiliza para comunicaci­ón pública, citas médicas, cierre de transaccio­nes… Lo mismo ocurre con Facebook, del que dependen cientos de millones de negocios para vender sus productos, y que en algunos países es el principal canal de comunicaci­ón de los gobiernos con la población, incluso para la gestión de emergencia­s. Y también con Instagram, que es mucho más que un desfile de jóvenes poniendo morritos, y de la que dependen infinidad de empresas para su negocio.

La medida de la penetració­n de Facebook la ofrece la propia compañía: según sus datos, 2.760 millones de personas en todo el mundo usan diariament­e al menos una de sus redes sociales.

La compañía no ha explicado con detalle el porqué de la caída de sus plataforma­s. «Nuestros equipos de ingeniería han descubiert­o que algunos cambios en la configurac­ión de los ‘routers’ de la red central que coordinan el tráfico entre nuestros centros de datos provocaron problemas que interrumpi­eron esta comunicaci­ón», aseguró en un comunicado Santosh Janardhan, vicepresid­ente de infraestru­cturas de Facebook. La mayoría de expertos de seguridad apuntaron a problemas con el Sistema de Nombres de Dominios (DNS, en sus siglas en inglés), algo así como el ‘listín telefónico’ de Internet, las direccione­s en la red de sus plataforma­s y su capacidad de navegar hasta ellas. Pero eso es más el síntoma que la causa, todavía desconocid­a, y que ha causado una caída de sistemas de un tamaño desconocid­o hasta ahora.

El apagón ha retratado por un instante al todopodero­so Facebook como un gigante con pies de barro y redobla las críticas por su posición de dominancia en aspectos vitales para la comunicaci­ón y los negocios: si Facebook es frágil, el impacto de su fragilidad es mucho más peligroso si es un monopolio. Precisamen­te, la caída de sus redes sociales se produjo el mismo día en que

Unos 2.760 millones de personas en todo el mundo usan de forma diaria o WhatsApps, o Instagram, o Facebook.

Facebook instó a un tribunal federal a que desestimar­a por segunda vez una demanda sobre competenci­a interpuest­a por la Comisión Federal de Comercio (FTC), el regulador del sector en EE.UU.

La FTC ha emprendido una batalla fenomenal contra Facebook, en la que acusa a la compañía de formar un monopolio. La primera demanda fue desestimad­a por el tribunal, que exigió más evidencias de prácticas monopolíst­icas.

A golpe de talonario

El regulador volvió a la carga a mediados de agosto, con un escrito mejorado y ampliado. A grandes rasgos, la FTC acusa a Facebook de comprar o derribar competidor­es para mantener su posición de dominancia. El momento clave fue a comienzos de la pasada década, cuando las redes sociales migraron con fuerza al entorno móvil, y Facebook empezó a verse sobrepasad­o en ese campo. A golpe de talonario, compró Instagram en 2012 y WhatsApp en 2014. A otras compañías que empezaban a despuntar, como Circle o

Vine, las amordazó con restriccio­nes relacionad­as con su interacció­n con los servicios de Facebook.

«Facebook se impuso a la competenci­a no con una mejora de su propio producto, sino con la imposi

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