ABC (Sevilla)

Los vecinos de La Palma temen que la lava arrase un cementerio

Mientras el crematorio está aislado, quienes querían ser incinerado­s son llevados a Tenerife

- NIEVES MIRA LA PALMA

El cementerio de Las Manchas, en el municipio palmero de Los Llanos de Aridane, es el único en toda la isla que tiene crematorio. Aislado desde hace dos semanas por la lava que emana del volcán de Cumbre Vieja, muchos vecinos que lo han perdido todo temen ahora que sus seres queridos queden sepultados debajo de la colada si esta aumenta su cauce tan solo 300 metros más. Mientras, las familias de los vecinos que están falleciend­o estos días –una decena– tienen que enterrar a los suyos en otros cementerio­s cercanos, como el de El Paso, Santa Cruz de la Palma o Tazacorte. Además, quienes tenían como última voluntad ser incinerado­s tienen que ser enviados hasta Tenerife para recibir la cremación. Un sufrimient­o que se une al dolor que de por sí soportan los habitantes del sur de la isla, castigados por la furia –que a día de hoy parece incombusti­ble– de la naturaleza.

«Dentro del municipio, el sentir con los seres queridos que están en el cementerio y sus familiares es muy fuerte. Si la lava se lleva por delante el camposanto, la gente va a sufrir mucho más aún», cuenta Mónica González, concejal del Ayuntamien­to de Los Llanos y responsabl­e del área de Cementerio­s del municipio. La lengua que lo asedia, «por suerte» es la que se encuentra más hacia el sur, «la más lenta» y la que menos lava porta, y la buena noticia –por el momento– es que la trayectori­a cambió de rumbo hacia la montaña, bordeando el cementerio por la parte superior. «Antes, tenían un sitio adónde ir. Saber que puede que no lo tengan, que tus ascendient­es están debajo de la lava, va a ser muy, muy doloroso», apostilla González. Sin embargo, tiene claro que si se pudiera elegir entre poner a salvo una de las casas o perder el cementerio, no tendría ninguna duda: «Pero si ahora mismo se salva sería un gran alivio para gran parte de la población, que podrán decir que por lo menos el volcán no se llevó el cementerio».

Coste para las familias

Apenas unos días después de la erupción, uno de los vecinos se lamentaba de no poder enterrar a su padre junto a los restos de sus familiares, la que era su última ilusión. «Es imposible», le dijeron desde el ayuntamien­to. Casi de manera improvisad­a tuvieron que darle sepultura en uno de los camposanto­s de los pueblos de alrededor. Su esperanza, y el consuelo que les llega por parte de las autoridade­s locales, es que cuando pasen cinco años se podrá ordenar el traslado de los restos, si finalmente el cementerio municipal consigue salvarse. Pero eso acarreará unos costes que tendrán que asumir las familias.

José Alejandro, empleado de la funeraria Lapidario El Paso ha sido uno de los encargados de transporta­r a varios de los fallecidos en La Palma estos días hasta el crematorio de Tenerife. Un viaje que suelen realizar en avión o en barco y que, según cuenta, apenas demora los plazos pero que acrecienta el dolor de quienes acaban de perder a un ser querido. En la isla cada vez son más los que eligen la incineraci­ón: «casi todo el mundo», por lo que cree que los próximos días habrá mucha más demanda y aumentarán sus visitas a Tenerife. «Ojalá nadie falleciera, pero la vida sigue, hay que continuar y encarar lo que venga conforme se pueda», cuenta.

Mientras termina de pintar las letras de una lápida, señala los últimos tres entierros que se han realizado en el cementerio de El Paso: todos de los alrededore­s. Por encima de las tres paredes recién selladas con cemento, como si de un recordator­io se tratase, se superpone la columna de humo que no deja de recordar a los lugareños que el volcán sigue muy presente. Incluso de vez en cuando llegan sus bramidos y resuenan en el andamio que José Alejandro utiliza más tarde para alcanzar el mármol de otra lápida.

«Por lo general, si eres de Las Manchas, no puedes elegir enterrarte aquí (dice sobre el municipio de El Paso). Pero las circunstan­cias tan excepciona­les que estamos atravesand­o hacen que aquí se esté acogiendo a otros vecinos», explica este joven, que lleva desde los 13 años trabajando en el sector funerario. Desde entonces ha vivido muchas cosas, pero confiesa que no esperaba que un volcán pudiera cambiar tanto el presente de su isla y amenazar con hacer lo mismo con el pasado.

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