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Fernando Alonso

Kobe Bryant, la ausencia más dolorosa: «La vida es muy injusta a veces»

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Reyes, uno de los que más veces compartió vestuario con Pau en la selección y uno de sus mejores amigos dentro y fuera de la cancha. Pocos como el exmadridis­ta para explicar lo que supuso la figura del catalán para la canasta nacional. Siendo unos niños, ambos compartían ya vestuario en las categorías inferiores de la selección donde Pau apenas destacada. «Cuando era joven, tenía mucho talento pero físicament­e era muy débil. A otros eso les habría dejado por el camino, pero no a Pau. Él siguió trabajando y gracias a ese esfuerzo ha llegado a ser la leyenda que es. Nunca dejó de entrenar y de intentar ser mejor, ni cuando ya lo era», explica Reyes, que estuvo con Pau en sus inicios y en sus últimas alegrías sobre una cancha.

El oro de Japón

El pívot fue compañero de Gasol en la selección desde el oro en el Mundial júnior de Lisboa de 1999 –con el que empezaron a gestarse los mejores años del baloncesto español– hasta el Eurobasket de 2015 que supuso el cúlmen del protagonis­ta con la camiseta de la selección. «Por suerte, hemos compartido muchas alegrías. La del Europeo de 2015, con aquel partido sobrehuman­o ante Francia en semifinale­s, fue muy especial. Pero también el Mundial de Japón en el que se lesiona antes de la final y se las apaña para darnos la fuerza necesaria para salir a tope en la final y ganar el oro. Nunca se ha arrugado y nunca se ha quitado responsabi­lidad. Ha sido un líder para nosotros. El jugador que nos hizo soñar en grande, que nos ayudó a romper el techo de cristal que existía hasta su llegada. Pau fue el líder que necesitába­mos para dar el salto final y lograr medallas con las que antes ni soñábamos. Como las finales olímpicas en las que jugamos de tú a tú contra Estados Unidos», recuerda Reyes.

Junto a ellos dos, en aquellas primeras alegrías de Lisboa y Japón, estaba también Carlos Cabezas, penúltimo

Campeón

NBA

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Arropado por su familia y amigos, a Gasol solo le faltó ayer un rostro entre los asistentes. «Me hubiera gustado que Kobe estuviera aquí... pero así es la vida, muy injusta a veces. Le echamos mucho de menos. Él me enseñó a ser un mejor líder, un mejor competidor. En definitiva, me enseñó a ser un ganador. Le echamos mucho de menos, a él y a su hija Gigi», explicó Pau entre lágrimas. Fue, sin duda, el peor momento para él en una rueda de prensa muy emotiva.

El malogrado jugador, fallecido en enero de 2020 en un accidente de helicópter­o, estaba muy unido a Pau –«siempre le he considerad­o un hermano de los ‘júniors de oro’ en colgar las botas hace solo unas semanas. «Pau se ha esperado a que me retirara para hacerlo él», bromea al otro lado del teléfono el malagueño.

Ejemplo para los niños

Cabezas ha estado junto a Pau en muchos de los momentos más importante­s de su carrera. Como compañero de equipo estuvo en Lisboa o Japón, y como amigo vivió como un aficionado mayor», dijo ayer– y su muerte repentina le golpeó con fuerza. Ahora, la filososía de trabajo incansable que propugnaba Bryant continuará acompañand­o a Pau en un futuro profesiona­l ligado a los despachos. más el primer anillo con los Lakers. «Fui con Raúl López –otro de los chicos de oro– a Los Ángeles en 2009. Poder vivir junto a Pau y su familia aquel hito histórico fue algo inolvidabl­e para mí. Ahora vemos cómo jugadores españoles llegan muy jóvenes a la NBA. Los hermanos Hernangóme­z, Aldama, Garuba... Se ve con normalidad que sea así, pero todo eso sería impensable sin Pau. Él abrió el camino para los españoles en la NBA. Gracias a lo que

(Promedios)

Piloto de Fórmula 1

«Ejemplo en todo momento, en la pista y fuera de ella. Orgullo de todo un país. Te deseo lo mejor en tu próximo capítulo»

él iba consiguien­do, cada vez se fijaban más en nosotros y lo hacían con menos prejuicios», desgrana Cabezas, visibiliza­ndo otro vector más del legado que Pau deja tras de sí.

Es el catalán un tipo de trato amable y familiar que siempre se preocupa por los demás. La NBA reconoció esa labor altruista dándole el premio ‘J. Walker Kennedy’ al mejor ciudadano. Galardón que reconocía su colaboraci­ón con el hospital infantil St. Jude, con Unicef y que en los últimos años ha intensific­ado con la creación de la ‘Gasol Foundation’ que lucha contra la obesidad infantil en el mundo. «Cuando tienes la oportunida­d de compartir momentos con él te das cuenta de que su legado está muy presente también fuera de la cancha. Siempre ha estado cerca de los más desfavorec­idos, protagoniz­ando multitud de actos benéficos. Es muy cariñoso y familiar y siempre está ahí para ayudar y echar una mano», apunta el base malagueño, que lanza un guiño a los más jóvenes.

«Todos esos niños que sueñan con ser jugadores de baloncesto, que se fijen en Pau y en el trabajo que ha puesto para llegar donde lo ha hecho. Él nunca fue el mejor tirador, ni el que más dominaba en la pintura, pero sabía leer el juego y sacar lo mejor de cada jugada. Además, nunca se cansó de mejorar. Incluso cuando no podía jugar, como en aquella final del Mundial de Japón a la que llegó lesionado, se las apañó para transmitir­nos las ganas necesarias para salir a tope y ganar el oro. Un líder que transformó para siempre el baloncesto español».

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