ABC (Sevilla)

España y su premio envenenado de San Siro

∑La selección, más anónima que nunca, afronta la final de la Nations League entre la ilusión y el temor a un tortazo

- ENRIQUE YUNTA ENVIADO ESPECIAL A MILÁN

El taxista de la lluviosa mañana en Milán preguntaba, más en serio que en broma, quiénes eran esos chicos a los que había llamado Luis Enrique, incapaz de resolver las dudas cuando se le vacilaba con una lista repleta de parches mientras él, orgulloso, presumía de una Italia campeona, disparado el orgullo en un país en donde la Azzurra y su himno a grito pelado es religión. Juega hoy España en San Siro, escenario ya de por sí imponente pese a pintar canas, y lleva Luis Enrique una semana con la cantinela de que esto es un premio, de que el combinado nacional se ha ganado el derecho a competir por un título, la Nations League, que, aunque menor, no deja de ser eso, un título que arrastra a todos los medios hasta la capital de Lombardía en un desplazami­ento

Di Lorenzo

Bonucci

Barella

Chiesa

Oyarzabal

Gavi

M. Alonso

Donnarumma

Jorginho

Insigne

Ferran

Busquets

Laporte

Chiellini

Azpilicuet­a Eric García

Unai Simón

Emerson

Verratti

Pellegrini

Fornals

Koke

Semifinale­s de la Liga de las Naciones. Estadio: San Siro. Árbitro: Karasev (Rusia). que se parece al de un evento pata negra. Hay un centro de acreditaci­ones como el que tiene una Eurocopa o un Mundial, cientos de protocolos por cumplir y cuatro equipos muy serios, al menos si se atiende al nombre y al escudo. Con todo, España se planta en esta cita muy debilitada por las numerosas bajas y, como repite hasta la saciedad Luis Enrique, con muy poco que perder, si bien el premio del que habla, su premio, está envenenado porque hay cierto temor a un tortazo ante rivales que, ahora mismo, son más y mejor, o eso parece sobre el papel. Para empezar, la semifinal de esta noche exige una gesta porque Italia, reina del continente, lleva 37 tardes sin perder (récord absoluto), y porque la plantilla no despierta el entusiasmo que se generó con esa Eurocopa tan ilusionant­e. Queda ya muy poco de eso.

Le correspond­e a Luis Enrique esa tendencia a la baja, pues él, encantado con ser el centro de atención, ha sido el gestor de unas listas que han desconcert­ado al personal, siempre con alguna excentrici­dad para demostrar que aquí manda él, aquí solo manda él. Ya en septiembre, se la pegó España en Suecia

(aunque luego se corrigió ese patinazo porque los escandinav­os perdieron en Grecia), pero más que del resultado se dudó sobre las formas y sobre los nombres que defendiero­n bandera en esas tres noches, convertida la sede de Las Rozas en una interminab­le pasarela de desconocid­os (al menos para el gran público, que nadie se enfade con la metáfora) que ya en esta convocator­ia ha llegado incluso más allá con la entrada de futbolista­s, valga el ejemplo de Gavi, que solo llevan dos telediario­s en la élite y al que el preparador le augura entre 100 y 150 tardes vestido de rojo, sin quedarse corto...

«Sé más que vosotros»

Sin apenas tiempo para preparar este torneo, España tiene una semifinal seria contra un equipazo por lo bien que lo hizo antes (para llegar aquí se tuvo que golear a Alemania, aquel 6-0 en La Cartuja que parece del pleistocen­o), pero hay pocos motivos como para disparar el entusiasmo. Es más, hay quien tiene ciertos reparos a volver de Italia con heridas serias porque después, se gane o se pierda, toca Francia o Bélgica, que no dejan de ser la vigente campeona del mundo y la número uno del ranking FIFA, respectiva­mente. Un doble batacazo sería un duro golpe a un proyecto que ilusionó en la mencionada Eurocopa y que ahora casi ha caído en el anonimato porque el personal no deja de darle vueltas y debatir sobre las frivolidad­es del selecciona­dor, tan suyo que incluye a cuatro jugadores del Barça en su peor momento de los últimos tiempos y recluta a última hora a Sergi Roberto sin que le importe absolutame­nte nada el qué dirán.

«No tengo noticias de lo que se dice porque ni leo, ni miro, ni escucho ni veo nada. Como no leo nunca, pues para mí es la misma lista de siempre. Son los que yo quiero, en los que tengo confianza», introdujo cuando se le cuestionó por el runrún de los últimos días, tan contundent­e en su mensaje que incluso rozó la soberbia. «No os leo porque creo que sé más de fútbol que la mayoría, tengo más informació­n que vosotros y sé claramente lo que busco. En ninguna de las opiniones que pueda leer hay nada que me pueda interesar». Y se quedó tan pancho, encantado en esa pelea cuerpo a cuerpo con los medios de comunicaci­ón. Poco después, Sergio Busquets, el capitán de este grupo de imberbes que se divertía en un gigantesco rondo antes de empezar en serio la segunda y última sesión de entrenamie­nto previa al duelo de esta noche, reforzó esa reflexión tan manida en el mundo del fútbol, pues resulta que él tampoco lee ni escucha.

Para que España no caiga en el olvido, Luis Enrique ya ha encendido a la prensa. «Estar aquí también debería ser un estímulo para vosotros», recordó, insistiend­o en que aquí hay mucho que ganar y poco que perder. En cualquier caso, dependerá del cómo.

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// EFE La selección española, ayer a su llegada a Milán, donde llovió casi todo el día
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20.45 horas. La1

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