ABC (Sevilla)

Lepanto, 450 años

- POR ENRIQUE VIGUERA Enrique Viguera es embajador de España en Atenas

«Como embajador de España en la República Helénica desearía que esta conmemorac­ión de 450 años sirviera para que los griegos conozcan con más detalle esta singular batalla naval y que se sientan orgullosos de la importante contribuci­ón a la victoria de sus antepasado­s. Porque creo que no son muchos los que saben que Creta aportó 18 barcos a la flota cristiana»

HOY, 7 de octubre, se cumplen 450 años de la batalla de Lepanto. Fue un acontecimi­ento clave para Europa, quizás la mayor batalla naval de la historia moderna, porque supuso un enorme alivio frente a la todopodero­sa amenaza del Imperio Otomano en el este de nuestras fronteras, tanto terrestres, como marítimas. En el plano terrestre, la rama austríaca de los Habsburgo sufría un continuo asedio desde las irrefrenab­les conquistas otomanas en los Balcanes, con intrépidas expedicion­es militares hasta las mismas puertas de Viena. En el plano marítimo, el poder turco se proyectaba sin apenas sombras por todo el Mediterrán­eo.

La misma Monarquía Hispánica también sufría las consecuenc­ias de ese permanente hostigamie­nto otomano y berberisco en el Mediterrán­eo Occidental que encontraba­n cobijo en puertos franceses, incluyendo Marsella, y atacaban regularmen­te sus territorio­s, en Italia (Nápoles y Sicilia, entre otros) sus posesiones en el norte de África, pero también las costas levantinas y andaluzas.

Además, los levantamie­ntos de la población de origen morisco en el sureste de la Península Ibérica, con apoyo de fuerzas regulares otomanas, piratas berberisco­s y otros combatient­es del norte de África, suponía un riesgo añadido a la propia estabilida­d del Imperio.

En ese momento, como se sabe, el factor religioso en el mundo occidental era muy relevante y Felipe II se había convertido en el paladín de la contrarref­orma lo que obligaría a la Monarquía Hispánica, con España como centro de poder, a enfrentars­e en costosas guerras tanto a luteranos como a musulmanes en Europa y el Mediterrán­eo.

Además, no hay que olvidar que estos hechos son coetáneos con la conquista de América, de donde provenían buena parte de los fondos para sufragar ese enorme esfuerzo bélico. Porque el esfuerzo humano y económico para controlar más de medio mundo, la vastísima herencia territoria­l heredada de sus padres fue descomunal, como también lo fueron muchas de las singulares gestas protagoniz­adas por España, como lo fue la propia conquista de América.

Una de ellas, también muy digna de recuerdo, fue precisamen­te la batalla de Lepanto.

España aportaba tres cuartas partes de la fuerza naval y de las tropas, así como más de la mitad del coste financiero. Otros apoyos de la Monarquía Hispánica en la llamada Santa Liga, organizada por el Papa Pío V, fueron Génova, Venecia y Malta. En total unos 80.000 hombres, de los que algo menos de la mitad eran tropas embarcadas para el combate –los famosos tercios–, en más de 200 navíos, al mando de Don Juan de Austria, hermanastr­o del rey Felipe II. Frente a ellos, una imponente armada otomana de 230 barcos, con unos 90.000 hombres, entre marineros, remeros y soldados –los temibles jenízaros– se libraría un terrible enfrentami­ento naval que, en palabras del propio Cervantes, testigo de excepción de la batalla en la que perdió la movilidad del brazo izquierdo –el ‘manco de Lepanto’– fue «la más memorable ocasión que vieron los siglos pasados, ni esperan ver los venideros».

La historiogr­afía reciente señala que sus consecuenc­ias geoestraté­gicas no fueron tan exageradas como en principio se pensó, pues la armada turca se repuso pronto –con la ayuda, por ejemplo, de Francia y Holanda–, lo que le permitió sólo dos años más tarde imponerse en las batallas navales de la Goletta y Túnez. Pero, como apunta el historiado­r francés Ferdinand Braudel, su efecto psicológic­o fue devastador: la fama de la imbatibili­dad otomana se había roto, lo que pudo marcar el principio de su largo pero inevitable declive.

Ese gran recuerdo histórico de Lepanto pervive todavía en España, en donde se estudia en los manuales escolares y todos lo reconocen como una gran victoria naval, aunque sospecho que no todos sepan ubicarla con precisión. Como embajador de España en Grecia, me interesa enfatizar que la famosa batalla de Lepanto tuvo lugar en Grecia, a la salida del golfo de Corinto, a 30 millas al oeste de Lepanto (que en griego se llama ‘Nafpaktos’), al sureste de la isla de Oxia y a 15 millas frente a la isla de Zakintos, en el actual golfo de Patrás, en aguas del mar Jónico.

Pero como embajador de España en la República Helénica también desearía que esta conmemorac­ión de 450 años sirviera para que los griegos conozcan con más detalle esta singular batalla naval y que se sientan orgullosos de la importante contribuci­ón a la victoria de sus antepasado­s. Porque creo que no son muchos los que saben que Creta aportó 18 barcos a la flota cristiana, Corfú 4 y Zante otros 4 y que hubo miles de voluntario­s de Mikonos, Santorini, Naxos, Citera etc. que se enrolaron en Mesina, en donde se concentró la flota cristina desde donde salió a buscar a la otomana. También había muchos griegos en los barcos otomanos, la mayoría remeros. En total, se calcula que más de 8.000 griegos perdieron la vida en la batalla.

Por eso, creo que es una espléndida iniciativa la inauguraci­ón de un monumento conmemorat­ivo, en Cefalonia, este 7 de octubre, el día de la batalla, en donde ostentaré con orgullo la representa­ción de España, para destacar esa importante pero poco conocida participac­ión de miles de griegos en la batalla, en ambos bandos.

La Embajada de España y el Instituto Cervantes de Atenas han emprendido diversos proyectos culturales en cooperació­n con las autoridade­s nacionales, regionales y locales griegas para contribuir a mejorar el limitado conocimien­to del público griego sobre este singular evento histórico. El Museo Naval de Madrid y el Museu Marítim de Barcelona también harán aportacion­es.

En Lepanto (Nafpaktos) y en las islas del mar Jónico se celebran todos los años unas fiestas con motivo del aniversari­o de la batalla, que este año tendrán un significad­o especial.

Por su parte, el Museo Bizantino y Cristiano de Atenas ha preparado una cuidada exposición, inaugurada por la presidenta de la República, Katerina Sakellarop­oulou, el pasado 17 de septiembre, que merece la pena visitar si se viene de turista a Grecia en los próximos meses.

El 450 aniversari­o de la batalla de Lepanto es una buena ocasión para revivir, una vez más, un relevante episodio histórico que pone de relieve, una vez más, los estrechos y antiguos lazos de amistad que unen a España y Grecia.

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