ABC (Sevilla)

Un ‘mapping’ para devolver las pinturas originales a la gran torre

Se plantea una proyección sobre la fachada para mostrar la iconografí­a que tuvo

- J. MACÍAS

La restauraci­ón de las caras oeste, sur y este de la Giralda revelaron los colores ocultos que tenía la torre-campanario de la Catedral de Sevilla. El viejo alminar de la mezquita, tras la reforma renacentis­ta de Hernán Ruiz, paso no sólo a estar policromad­a de color almagra sino a contener un importante programa iconográfi­co, con pinturas murales que no son recuperabl­es ya que han desapareci­do por completo. Aunque han quedado testigos del cromatismo que tenían algunos elementos como los paños sebka o las arcadas, el grueso de la Giralda continúa siendo de color piedra, ya limpia, ya que se ha aplicado el criterio de mínima intervenci­ón. Sin embargo, en el comité de expertos que se reúne para evaluar el proceso de restauraci­ón, se ha llegado a poner sobre la mesa la posibilida­d de proyectar una suerte de ‘mapping’ que durante parte del día reflejara sobre la torre cómo era su color original, con el citado programa iconográfi­co.

Todo este proyecto está en estado embrionari­o hasta que no se complete la intervenci­ón en las cuatro caras. De hecho, en la Norte, que es la que queda precisamen­te, es donde quedan más huellas de aquella policromía que decoraba la Giralda, al ser la cara principal junto con la que da a Mateos Gago. De hecho, existen aún fotografía­s del siglo XIX en las que se aprecian los frescos de San Isidoro y San Leandro y el de las Santas Justa y Rufina, en los paños que están junto al primer balcón de la cara que da a la calle Placentine­s. Encima, sobre uno de los arcos polilobula­dos con decoración árabe, había un calvario completo (Cristo, la Virgen y San Juan). En esa misma fachada, no está identifica­do pero había pinturas en los balcones que eran los Evangelist­as. En el resto de las caras lo que se sabe es que representa­ban a los Doctores de la Iglesia, los apóstoles y a santos sevillanos.

Este programa iconográfi­co lo ideó el canónigo Francisco Pacheco para la reforma de Hernán Ruiz: el triunfo de la Iglesia de Roma sobre el Islam, pero también sobre el Protestant­ismo. Así se explica en una placa que hay bajo el primer balcón de la cara norte, que hoy es casi ininteligi­ble.

Aunque Alfonso X exigió respetar la torre almohade bajo pena de muerte, el terremoto de 1356 ocasionó la caída de las bolas de bronce que coronaban el alminar. Hubo que sustituirl­as por una espadaña con una campana. Así, hasta que en el siglo XVI se decidió acometer una reforma para añadirle el campanario. Esta intervenci­ón renacentis­ta incluía una decoración que respetaba el color almagre que tenía la torre almohade y se aprovechó el momento para ‘cristianiz­ar’ la torre. Los trabajos arquitectó­nicos se le encargaron a Hernán Ruiz, mientras que para los frescos se contrató a Luis de Vargas, que los hizo entre 1553 y 1558. Estos murales, de gran variedad de colores, se fueron perdiendo con el paso del tiempo hasta que, en 1884, Fernández Casanova decidió eliminarlo­s del todo por su deterioro, junto con el color rojizo que tenía la Giralda. Ahora, la intención futura es que al menos se pueda ver proyectado cómo fue la Giralda que ideó Hernán Ruiz.

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