Gabriel Albiac: «Yo detesto la novela filosófica, no hay que dar lecciones»
El escritor y columnista de ABC publica ‘Trilogía del fin de siglo’
Cuando Gabriel Albiac empezó a escribir ‘Últimas voluntades’, en 1992, no sabía que iba a tardar más veinte años en terminar el proyecto que entonces nacía. Esa novela la publicó en 1998, y luego llegaron ‘Los palacios de invierno’ (2003) y ‘Blues de invierno’ (2015). Tres historias para diseccionar una generación, la suya, que nació en los cincuenta, soñó en los sesenta, luchó contra la dictadura y, finalmente, vio cómo sus ilusiones se hacían pedazos en un mundo ya extraño, ajeno. Ahora, la editorial Confluencias ha decidido recuperar esta trilogía, entre negra y azul oscura, en la que el tiempo corre y los hombres se mueren de frío: «Tal vez en mi escritura sean tan frecuentes las metáforas del frío porque nací en un pueblo gélido y no teníamos calefacción», comenta Albiac al otro lado del teléfono.
«La idea de estos libros viene de la gran tradición de la novela negra americana, de Chandler, de Hammett. Para ellos la novela negra era poner un cristal de aumento en los recovecos más oscuros de una sociedad, de un mundo. Para acercarse a esos aspectos que normalmente no vemos, pero que reconocemos en extremo», explica. Este género, dice, le exige desterrar al filósofo que lleva dentro y renunciar a las tesis para abrazar el caos del que está hecho la vida, del que estamos hechos todos: «Detesto la novela de tesis, la novela filosófica. Por eso mi escritura cambia. Yo creo que el objetivo de la novela es captar lo concreto, sin tratar de especular acerca de ello, sin tratar de dar lecciones de ningún tipo». Su fuerza es la especifidad, la realidad a ras de suelo, desde donde se hace la mejor crítica. «Si realmente tocas lo concreto tocas lo que duele. En la abstracción todos los refugios son posibles», se explaya. El reto, eso sí, es estilístico: «Lo difícil es encontrar el lenguaje de cada personaje, porque si hablas con tu voz lo que tienes es una novela fallida».
En ‘Últimas voluntades’ Albiac retrata el Madrid de los ochenta, esa ciudad espídica que se llevó a tantos jóvenes por delante. «Fue un espejismo, pero los espejismos resultan fascinantes. Yo tuve la suerte de que la viví en la treintena y no tuve que pagar ese precio terrible», comenta el escritor y columnista de ABC. En ‘Palacios de invierno’ se adentra en los noventa, una década triste para los que ya tienen cuarenta y se desmoronan en la vulgaridad, a la vez que se reconocen unos a otros en sus miserias y ven cómo las nuevas generaciones reniegan de ellos. Y por último, la neoyorkina ‘Blues de invierno’, una obra que transcurre entre el 11-S y el 11-M, «un tiempo vacío» en el que unos personajes desaparecen y emergen otros venidos de una realidad distinta, mucho más cínica.
Más que desencanto, precisa Albiac, lo que se destila en sus páginas es desilusión, nada malo, para él. «Freud consideró que la ilusión era sencillamente una variedad menor del delirio. Salir de la ilusión es un privilegio. Si no eres capaz de romper el espejismo, la ilusión, entonces sencillamente eres carne de psiquiátrico», sentencia. Y luego añade: «Esta trilogía es el fresco de una derrota generacional. Cualquiera que tenga mi edad no puede ocultarse que partimos del deslumbramiento de finales de los sesenta para acabar en ese enfagamiento general que es la sociedad española de hoy».