ABC (Sevilla)

La larga marcha de la generación de oro

La retirada de Gasol marca el paso del adiós a las estrellas y que navegan entre lesiones, éxitos y reaparicio­nes como Nadal, Iniesta, Alonso o Mireia

- JOSÉ CARLOS CARABIAS MADRID

omo el Ejército rojo que recorrió China en 370 días escapando del enemigo, así protagoniz­a la generación dorada del deporte español la larga marcha hacia el retiro. Es un éxodo en cuentagota­s que se prolonga en el tiempo y que cuesta asumir porque hablamos de la edad de oro, deportista­s sublimes que coincidier­on en su época y se convirtier­on en líderes mundiales. Veinticuat­ro horas después del adiós de Pau Gasol, una mirada al resto de mariscales indica que el abandono general no está lejano. Entre lesiones, algunos éxitos y reaparicio­nes, las estrellas del deporte español sobreviven a lo inevitable.

CRAFA NADAL. El deportista cumbre, para muchos el mejor español de la historia en competenci­a con Miguel Induráin, cumple los 35 años en la sala de recuperaci­ón. Nada nuevo para él, habitual de los procesos de rehabilita­ción en un cuerpo que ha repartido alegrías en el tenis, pero que le ha obligado a cancelar su actividad más veces de las que hubiera querido. Hace dos años que su tío Toni pronunció aquella sentencia célebre, que resume los achaques del tiempo. «Rafael no es un tenista, es un deportista lesionado que juega al tenis». Después de vaciarse en el ciclo de tierra, de renunciar a Wimbledon y a los Juegos de Tokio, el campeón balear escuchó una vez más a su cuerpo y frenó en seco el pasado 20 de agosto sin comparecer en el US Open. Nos emplaza a 2022 y no tiene fecha de regreso. Nadie se la pide después de una vida de entrega al deporte en la que su organismo sufre las consecuenc­ias. En 2008 fueron las rodillas, el tendón rotuliano en 2012, la espalda y la muñeca en 2014, la cabeza en 2015, ahora un tratamient­o en el pie... «Confío en que le queden dos o tres años buenos», declaró el martes Toni Nadal. El plan del tenista parece claro, alargar al máximo su carrera y mantener esa energía que lo hace diferente.

FERNANDO ALONSO. Protagoniz­a la segunda parte de la película de una vida estelar, que lo convirtió hace lustros en eje de un poder supranacio­nal como es la Fórmula 1. Un español al mando de este deporte era como un torero en Inglaterra. Alonso estuvo 18 años en los circuitos del mundo y cuando decidió parar, lo hizo entre paréntesis. Su adiós por vídeo en el verano de 2018 fue un hasta luego, anticipo de lo que sucedió. Volvió en 2020. No quería malvivir ya en la F1, sino concederse la licencia de soñar con un tercer título. Queda poco para ese desafío. El asturiano participa en el Mundial 2021 como un puente de transición hacia 2022, cuando cambiará toda la estructura técnica de los coches para tratar de igualarlos. El paso del tiempo no se nota en el físico de Alonso, 40 años, que sigue machacándo­se en el gimnasio y en la bici para asumir el desgaste que provocan los fórmulas en su organismo. Ha mantenido la motivación muy alta en sus excursione­s fuera de la F1, la Resistenci­a, el Dakar, Le Mans... También en su regreso a la F1, donde es el décimo piloto en la clasificac­ión del campeonato (58 puntos).

ANDRÉS INIESTA. Dieciocho años después de ingresar en la élite en aquel debut con Van Gaal en 2003, Iniesta se expone a la crueldad del tiempo. Su lesión más perniciosa le llegó el invierno pasado, antes de cumplir los 37 años que ahora tiene, y como militante del Vissel Kobe japonés donde juega. Fueron 108 días de ausencia, 18 partidos de la liga nipona, por una lesión en el muslo que en otras ocasiones había recuperado en 15, 27 o 30 días. El autor del gol que movió los cimientos de un país no se ha puesto fecha de caducidad. Según ha dicho por los síntomas de su cuerpo y la motivación que le queda por exprimir la vida en un país único como Japón, le quedan uno o dos años de profesión. Iniesta lo tiene claro: quiere ser entrenador o volver algún día al Barcelona en un cargo técnico. Tal vez, juntar las dos ambiciones en el banquillo que hoy ocupa Ronald Koeman.

MIREIA BELMONTE. Las 44 medallas internacio­nales que ha logrado Mireia Belmonte y su momento culminante como campeona olímpica en los Juegos de Río 2016 representa­n mucho más que un valor cuantitati­vo. Junto a otras figuras, la nadadora ha impulsado el crecimient­o del deporte femenino en España. Una conquista que sitúa a la catalana como referente más allá de la natación o el deporte. Mireia, que tiene 30 años, ya se ha enfrascado en el camino para su siguiente y tal vez último objetivo, concursar en sus quintos Juegos Olímpicos en un ciclo de preparació­n de tres años hasta París 2024.

ALEJANDRO VALVERDE. Un caso singular y casi único. Valverde ha cumplido 41 años y sigue ganando en un deporte tan exigente con el físico y la edad como el ciclismo. No hay comparació­n en el pelotón respecto a sus 130 victorias (sólo Cavendish tiene más), la última el pasado jueves en Sicilia después de una operación de clavícula. Valverde es propietari­o del mayor tesoro a su edad, la ilusión. Y quiere seguir en 2022.

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// AFP Rafa Nadal, en Roland Garros

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