EL PLÁSTICO BAJO SOSPECHA
¿Qué es el bisfenol A y para qué se usa?
El bisfenol A es una sustancia química que se utiliza para fabricar plásticos de policarbonato y algunas resinas. Se usa en productos como latas de bebida y conservas, en la película que recubre el interior y separa el metal del alimento. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) reconoce que pequeñas cantidades de esta sustancia pueden migrar de estos materiales a los alimentos y bebidas con los que entran en contacto.
¿Qué riesgos conlleva?
En 2014, la EFSA concluyó que el bisfenol A «probablemente» daña a los riñones y el hígado y tiene efectos sobre las glándulas mamarias. Sin embargo, el mecanismo de acción que relaciona la exposición y estos efectos no estaba totalmente claro. Una nueva revisión, publicada en febrero, también indicó efectos adversos sobre el sistema inmunológico.
Medidas de prevención
La ingesta diaria tolerable, es decir, sin un riesgo importante para la salud, se ha ido modificando en función de la ampliación del conocimiento científico. Inicialmente se fijó en 50 microgramos por kilogramo de peso corporal al día, y en 2014 pasó a 4 microgramos. La última recomendación de la EFSA los reduce a 0,04 nanogramos. Además, ya en 2011, la UE prohibió por prevención que los biberones llevaran esta sustancia, y Francia decidió prohibirlos en todos los envases alimentarios.
¿Está en muchos productos alimentarios?
Según explica el Ministerio de Consumo, la mayor parte de los envases plásticos que se usan a diario son de PET (polietilentereftalato), PE (polietileno) y PP (polipropileno), por lo que el bisfenol A no se utiliza en su fabricación.
¿Qué son los ftalatos?
Los ftalatos son suntancias químicas que sirven para ablandar (o plastificar) plásticos. Son ampliamente utilizados, entre ellos los PVC, que se utilizan en envases alimentarios como táperes.
¿Presentan algún riesgo?
La EFSA se encuentra revisando los niveles de seguridad para cinco ftalatos desde hace algunos meses. En este momento, la ingesta diaria tolerable, según la agencia, está fijada en 50 microgramos por kilo de peso corporal al día, debido a sus efectos sobre el sistema reproductor, especialmente en los niveles de testosterona en fetos. Se estima que un consumidor medio ingiere unos 7 microgramos para la mayoría de los ftalatos.