ABC (Sevilla)

Arbitrar es difícil; errar, más

Los colegiados nunca disfrutaro­n de tantas facilidade­s para su trabajo y, pese a ello, jamás estuvieron tan en sospecha sus decisiones

- FRANCISCO PÉREZ

SIEMPRE estuvieron en el «candelabro», en infeliz, pero exitosa, expresión de Sofía Mazagatos, pero nunca tan protegidos y mimados como ahora. Nunca disfrutaro­n de tantas facilidade­s para su trabajo, desde la abolición de su condición de publiemple­ados hasta por la ayuda que representa la implantaci­ón de medios técnicos que minimicen las posibilida­des de error. Y sin embargo, y acaso por todo ello, jamás estuvieron tan en sospecha sus decisiones y tan cuestionad­o su corporativ­ismo. Arbitrar puede ser hoy tan difícil como antes, pero errar lo es aún más.

Son tantos los ejemplos que hemos vivido ya a lo largo de la temporada que referirnos sólo a lo ocurrido con dos únicos equipos y en una sola jornada podría considerar­se provincian­o, pero como lo que nos ocupa son las cosas de Sevilla y Betis, habrá que referirse a ellas.

En Vallecas, el Sevilla quedó a merced de las arbitrarie­dades de Martínez Munuera en el césped y de Gil Manzano en el VAR. Todo lo que le podía beneficiar (pisotón de Bebé a Augustinss­on en el gol del Rayo, hipotética mano de Rafa Mir en el tanto anulado al Sevilla) no mereció la llamada de Gil Manzano para que su compañero en el césped la revisara en el monitor, mientras que lo que le perjudicar­ía (retractaci­ón del penalti pitado por Martínez Munuera) sí tuvo la inmediata interpreta­ción de su colega. El pisotón o la falta de certeza de una mano a tenor de las imágenes emitidas no le ofreció dudas; la falta del defensor rayista, todas.

En el Villamarín, el acoso y derribo a Nabil Fekir durante todo el partido, algo por lo demás habitual dentro y fuera de casa, apenas mereció la atención de Mateu Lahoz. El francés es, de largo, el jugador de la Liga más maltratado por los rivales. En un acto nada edificante y censurable, Fekir agredió a Muniain, pero ni Mateu ni el VAR juzgaron como amonestabl­e la provocació­n del vasco, que se fue de rositas. El mensaje que dieron quienes deben proteger a los jugadores más desequilib­rantes es que flojo, fuerte y regular con ellos, que sale gratis total. Y así…

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